La CAM ayuda a insertarse a los enfermos mentales del centro penitenciario de Picassent

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"Gracias a este programa se consigue que la gente salga al tercer grado, salga mejor y no vuelva a delinquir ni a consumir". Con estas palabras describe Juan, enfermo mental que participa activamente, el curso de psicoeducación para enfermos mentales Crónicos que lleva a cabo Caja Mediterráneo Abre nueva ventana junto a la fundación Ambit Abre nueva ventana en el centro penitenciario de Picassent, 'lacronicavirtual.com'.

Dos psicólogas especializadas, dos días por semana y a lo largo de 67 sesiones, consiguen que los enfermos, poco a poco, sean conscientes de su enfermedad, pues muchos la identifican con politoxicomanías anteriores, que mejoren su relación entre ellos y con el entorno lo que para Purificación Argente, subdirectora de Tratamiento: "Se nota enseguida ya que las consecuencias son inmediatas, tanto en el enfermo como en los demás, porque le ayuda en el módulo, en sus relaciones, en sus habilidades sociales y personales en su vida".

Argente añade que el curso que desarrollan CAM y Ambit "se enmarca dentro del plan de intervención con enfermos mentales que establece la secretaría general. Lo más relevante es que se trabaja de forma específica tanto la conciencia de la enfermedad, los hábitos de vida diaria, la mejora de habilidades y, en definitiva, la autoestima del enfermo".

Al entrar en el módulo, tras atravesar varias salas y varios controles de seguridad, se encuentran diversas aulas con vistas a un patio, en las que los grupos de internos pintan o, por ejemplo, hacen "deberes" en sus cuadernos. En el aula donde tiene lugar el programa, la luz entra por las ventanas a pesar de ser un día lluvioso, y María Vallejo y Cristina Sanchís, psicólogas, se encuentran un día más con Juan, Sergio, Emilio y con una veintena más de presos, que tienen en común mucho más de lo que parece a simple vista. Huele a tabaco. La ley hace una excepción en los módulos penitenciarios.

Unos son jóvenes, otros rondan los cincuenta, todos tienen alguna enfermedad mental crónica (esquizofrenia en su mayoría) pero tienen algo más: la necesidad imperiosa de sentir que alguien se preocupa por ellos, que les entiende y, aunque parezca ficción, la mayoría asegura que es la primera vez que se sienten como en una familia. Para ello, María y Cristina han realizado varias dinámicas de grupo iniciales que fomentan la cohesión de grupo para que "aprendan a tener una red de apoyos en el día a día, que se apoyen entre ellos y pongan en marcha las estregáis aprendidas y se ayuden a prevenir recaídas en su enfermedad".

Cualquiera que pueda participar en un día de terapia se lleva una impresión muy distinta a la que le llevaría el prejuicio inicial de cualquier persona que nunca se ha visto desprovista de libertad y, sobre todo, que ha crecido en una familia que le ha querido y le ha apoyado con normalidad.

Fuente: 'lacronicavirtual.com'