La OCDE acaba de presentar el estudio 'Bienestar mental, bienestar en el trabajo-Salud mental y empleo: de la observación a la práctica', en el que refleja la falta de atención a este tipo de enfermedad como principal causa de baja laboral y alto nivel de desempleo.
"Los servicios de salud y empleo deberían intervenir más pronto, implicar a los principales agentes en este tema y trabajar conjuntamente con el fin de ayudar a las personas que padecen una enfermedad mental a encontrar un trabajo y conservarlo", publicaba hoy la OCDE tras la presentación del informe.
Efectivamente, este organismo internacional calcula que "entre el 30% y el 40% de los casos de enfermedad y discapacidad en los países de la OCDE están vinculados a problemas mentales". Las consecuencias, alerta, pueden ser tremendas para los afectados en todos los ámbitos de su vida.
Precisamente, uno de estos ámbitos principales es el sector laboral. "Las personas con una enfermedad mental ligera a moderada, como la ansiedad o la depresión, son dos veces más susceptibles de quedarse en el paro y, por lo tanto, tienen más riesgos de acercarse a la pobreza y la marginación social".
Además, en el ámbito económico, el estudio calcula que el coste total de las enfermedades vinculadas a la salud mental suponen aproximadamente el 3,5% del PIB en Europa.
Durante la conferencia de presentación del informe, el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría ha declarado que "los problemas de salud mental tienen un coste elevado para las personas, las familias, las empresas y la economía. Los responsables de la acción pública han de reaccionar. Se necesita un fuerte impulso político para dirigir las reformas y tratar esta cuestión".
A pesar de ser cada vez más conscientes de las repercusiones de la salud mental en la sociedad, señala la OCDE, la estigmatización de los afectados sigue siendo considerable. Por ello, considera que es esencial intervenir rápidamente. Pero "en la práctica y en la mayoría de los países, pueden pasar más de diez años entre la aparición de los síntomas y el primer tratamiento".
LA JUVENTUD, UN TEMA CADA VEZ MÁS PREOCUPANTE
La enfermedad mental no aparece a una edad concreta. Sin embargo y de manera general, lo que la OCDE sí ha constatado, es que la edad a la que empiezan a aparecer casos de enfermedad mental es cada vez menor.
Frente a esta situación, "toda medida temprana adoptada durante el periodo escolar o en las empresas, tendrá un impacto más profundo y sostenible que si se espera a que los jóvenes abandonen sus estudios o su trabajo". El estrés vinculado al empleo puede empeorar la situación mental y sus consecuencias.
Para ello, ha establecido una serie de recomendaciones. Primero en el contexto escolar: la inversión en los programas de salud mental y la presencia de profesionales bien formados a este respecto han demostrado su eficacia. Asimismo, el tiempo de espera en los servicios de salud para niños y adolescentes debería ser lo más corto posible.
Obviamente, el factor temporal en la salud mental es fundamental. El periodo que pasa entre la necesidad específica que requiere una persona con enfermedad mental y la prestación del servicio concreto que se le ofrece constituye una de las principales dificultades.
Además, y esta es otra recomendación, "las medidas actuales suelen aplicarse de manera independiente por los servicios de salud, empleo y educación. La creación de un sistema integrado permitiría obtener resultados más eficaces y rápidos". Todo ello, acompañado de una mejor evaluación y seguimiento de las actuaciones emprendidas y de los resultados obtenidos.
"Profesores, empresarios, médicos generalistas, trabajadores sociales y agentes de los servicios de empleo suelen ser los mejor situados para identificar a tiempo a las personas con problemas de salud mental, por lo que deben formarse consecuentemente y saber con precisión cómo obtener ayuda.
Cuando la cuestión alcanza el nivel político, la OCDE constata el poco impacto que las medidas públicas ejercen en este tema. Por ello, recomienda una mayor esfuerzo e impulso de las líneas directrices y de las normativas, además de un seguimiento sistemático y una sanción en el caso de no ser respetadas.
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Nathalie Domínguez