Así lo recoge un estudio coordinado por Martha Quezada
Redacción
Casi la mitad de las mujeres con síndrome de Down ha sentido algún tipo de discriminación a lo largo de su etapa educativa y un porcentaje similar considera que el sistema carece de los recursos y apoyos adecuados y necesarios. Martha Quezada, investigadora y coautora del estudio 'Mujeres con valor', realizado por Down España, en colaboración con la Fundación Gmp, que fue presentado recientemente en un acto virtual en el que también participó la agencia Servimedia, se refirió a la falta de apoyos y de adaptaciones durante esta etapa como el principal problema que las personas con discapacidad intelectual se encuentran en el sistema educativo.
La imposibilidad de obtener el título y la obligación repentina de abandonar el centro son, según la autora del estudio, las quejas más habituales por parte de las alumnas. El trabajo incluye también entrevistas en profundidad con alguna de estas mujeres, así como con familiares y técnicos de las asociaciones.
Según sus conclusiones, el 47,3% de las entrevistadas aseguraron haber sentido algún tipo de discriminación a lo largo de su etapa educativa, y muchos familiares lamentaban la falta de opciones de formación profesional adaptada para sus hijas.
“En general, son los padres, y sobre todo las madres, quienes se encargan de adaptar los materiales para las pocas que estudian”, apuntó la investigadora.
Esta laguna está muy relacionada con la escasa tasa de actividad del colectivo (solo el 37% trabaja o busca un empleo) y con el hecho de que apenas un 1% viva de forma independiente. La práctica totalidad de las familias encuestadas se había decantado por la escolarización de sus hijas en centros ordinarios, opción que afirman preferir, aunque piden “más apoyos".
FALTA DE AYUDA
Según la investigación, el 88% de las encuestadas necesita ayuda para viajar; el 76% precisa apoyos en el manejo del dinero; el 71,9% requiere ayuda para realizar tareas cotidianas dentro de casa (limpiar, cocinar, etc.), y el 69,8% para actividades habituales fuera del domicilio (trabajar, ir a la compra o realizar encargos).
El 45,8 y el 45,5% de las encuestadas precisan apoyos para estudiar o salir con los amigos, respectivamente, y un 44,5% para moverse por su municipio, barrio o entorno cercano. Además, el 14,3% necesitan que otras personas les ayuden a vestirse. Sin embargo, “raras veces esta ayuda procede de las administraciones”, indicó Quezada. “
Agregó que otros muchos servicios son ofrecidos por las asociaciones, pero la falta de financiación pública provoca que las familias tengan que asumir parte del coste y que no se cubran todas las necesidades reales de estas personas. Todo ello influye en la falta de autonomía e independencia de estas mujeres.
Finalmente, Quezada destacó la feminización de todos estos apoyos, que en su gran mayoría prestan otras mujeres, ya sea dentro del ámbito familiar o de los cuidados profesionales. Puso como ejemplo el propio grupo de discusión para familias que se organizó con motivo del estudio. “Invitamos a padres y madres, y solo asistieron madres”.
A su juicio, esto demuestra la mayor implicación de las mujeres en el cuidado de sus hijos e hijas con discapacidad, y que “todo lo que tiene que ver con cuidar y atender a otros sigue siendo un ámbito muy feminizado”.