"Es indispensable la cooperación transnacional entre empresas, gobiernos y tercer sector"

Isabel Garro

Entrevista a Isabel Garro
Directora general de la Red Española del Pacto Mundial de las Naciones Unidas

El medio ambiente, el respeto por los Derechos Humanos, la inserción sociolaboral de personas en riesgo de exclusión social, la lucha contra la corrupción, todos son valores intrínsecos a las políticas de las entidades públicas y privadas que demuestran su compromiso con la sociedad aplicando los 10 principios del Pacto Mundial de la ONU para el buen gobierno corporativo. Isabel Garro explica el valor y las implicaciones de este importante compromiso.


¿De qué modo contribuye la Red Española del Pacto Mundial de la ONU a la sensibilización social de las empresas, al desarrollo de políticas de RSE?

El Pacto Mundial de las Naciones Unidas (Global Compact) es una iniciativa de carácter internacional, en el ámbito de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), que promueve la implantación de Diez Principios básicos de conducta y acción en materia de Derechos Humanos, Normas Laborales, Medio Ambiente y Lucha contra la Corrupción, en la estrategia y las operaciones diarias de la empresa.

La Red Española es de las pocas redes formales reconocidas por Naciones Unidas, cuyo modelo de gestión es de los más avanzados debido a su estructura organizativa, así como por el tipo de actividades y herramientas creadas para fomentar la implantación de los 10 Principios del Pacto Mundial, a través de dos áreas principales: el aprendizaje y la transparencia. La Red Española organiza actividades de formación para dotar a los firmantes de herramientas prácticas para implantar planes de RSE, a través de la edición de guías de implantación y la organización de mesas de debate, jornadas o talleres online. Además, ha creado el Informe de Progreso, una plataforma online gratuita que permite a los firmantes comunicar a sus grupos de interés los avances realizados en la implantación de los 10 Principios.


Fundación ONCE Abre nueva ventana ha colaborado en la elaboración de informes relativos a la inserción laboral de las personas con discapacidad enmarcados en los principios del Pacto Mundial (por ejemplo, la “Guía de Implantación del Principio 6 de no Discriminación” en la que usted ha participado activamente). ¿Cómo valora las aportaciones de las instituciones sobre discapacidad tanto en el ámbito estatal como en el privado?

Para la Red Española del Pacto Mundial son muy importantes las aportaciones que las entidades expertas en distintas temáticas puedan hacer a nuestras publicaciones. Por ello, en las cuatro guías de implantación que hemos elaborado (Guía de no Discriminación, La empresa y su cadena de suministro, La RSE en empresas franquiciadas y Guía práctica sobre Lucha contra la Corrupción y promoción de la transparencia) hemos contado con la colaboración y el asesoramiento de empresas y entidades con una gran experiencia en la temática tratada, y sin las cuales, estas publicaciones no habrían podido hacerse realidad. Este camino lo iniciamos con la Guía de no discriminación, y fue muy importante el conocimiento y la experiencia en el ámbito de la discapacidad que nos aportó la Fundación ONCE.  


Algunas iniciativas en las que Fundación ONCE es agente principal han sido la creación de la Red Europea de RSE-D (compuesta por Fundación ONCE, Telefónica, L'Oreal y el Ministerio de Trabajo y Política Social de Italia), la creación del Foro Inserta Responsable (para, entre otros aspectos, favorecer el intercambio de ideas y buenas prácticas en materia de inserción laboral de las personas con discapacidad) o el programa Includ-ed. ¿Es la era de la cooperación transnacional?

Sin duda, y buena muestra es el Pacto Mundial, una iniciativa internacional presente en 135 países y con más de 9.000 entidades adheridas a la iniciativa. En el ámbito de la RSE en general, y de la discapacidad en particular, es indispensable la cooperación transnacional entre empresas, gobiernos y tercer sector. Y no sólo la cooperación trasnacional, sino también en el propio ámbito nacional, es esencial que las entidades se relacionen con sus grupos de interés (ya sean otras empresas, asociaciones empresariales, entidades públicas o tercer sector). De ahí que uno de los aspectos más relevantes del Pacto Mundial es su configuración como plataforma multistakeholder, en la que tanto las grandes empresas, como las PYME, las empresas públicas, las entidades educativas, el tercer sector y los sindicatos y asociaciones empresariales están representados.

Además, cada vez es más importante la colaboración público-privada, que permita el fomento de la RSE a través de los esfuerzos conjuntos de los gobiernos, las empresas, y las iniciativas nacionales e internacionales en este ámbito.


¿Qué opina sobre la incorporación de la discapacidad en las políticas de RSE? ¿Cree que es un paso previo hacia la “normalización” de este colectivo en el entorno laboral? ¿Confía en que algún día la discapacidad no necesite ser un elemento más de RSE?

Las entidades, en su gestión de la RSE, no deben olvidar que el 9% de la población sufre de alguna discapacidad, según los datos del Padrón Municipal de 2010. En consecuencia, la discapacidad debe ser una dimensión totalmente incorporada a la RSE, incluyendo a este colectivo como un grupo de interés más. Y no sólo se debe contar con los discapacitados dentro de los grupos de interés, sino también con las organizaciones que los representan.

Además, las empresas deben tener en cuenta que el colectivo de personas con discapacidad también son potenciales clientes, y los servicios que presten y los productos que ofrezcan deben tener criterios de accesibilidad. Estas buenas prácticas empresariales también suponen un factor diferencial para las empresas dentro del mercado, mejorando su reputación.

Pero como aplicación de la RSE, las políticas o acciones que lleven a cabo las acciones deben ir más allá del cumplimento de la legislación vigente (como la Ley LISMI), no sólo cumpliendo con su responsabilidad legal en materia de discapacidad, sino entrando en el terreno de la voluntariedad, adaptando sus políticas y acciones a la realidad de la empresa y del sector en el que actúa. Esta incorporación de la discapacidad en la RSE de la empresa debe ser transversal, introduciendo políticas y acciones que vayan más allá de la acción social y que se incorporen en todos los ámbitos de gestión de la empresa.

El objetivo a largo plazo es la “normalización” del colectivo de discapacitados en todos los entornos, y que esta “normalización” no se vea como un elemento diferenciador ni como una política de RSE, sino que se conciba como algo normal en el día a día.


En materia de RSC, a nivel general (igualdad, sostenibilidad, etc), ¿cree que España tiene algo que envidiar a sus vecinos europeos? ¿Qué carencias detecta en nuestro país y en qué asignatura destacamos respecto a otros comunitarios?

Durante los últimos diez años, la Responsabilidad Social Empresarial se ha generalizado entre las empresas españolas como parte de sus estrategias de gestión y comunicación. Buena muestra de ello es que la Red Española del Pacto Mundial cuenta actualmente con más de 1.400 entidades adheridas, situándose como la red local del Pacto Mundial con mayor número de firmantes.

Esta gestión de la RSE no sólo se está llevando a cabo por las grandes empresas, sino también por las PYME, que suponen ya un 60% de los firmantes del Pacto Mundial, y por entidades no empresariales (tercer sector, entidades educativas, organizaciones empresariales, sindicatos) que, en el caso de la Red Española del Pacto Mundial suponen ya 300 firmantes.

El número de Informes de Progreso presentados por los firmantes de la Red Española del Pacto Mundial el año pasado se incrementó en un 28% con respecto al año anterior, lo que refleja cómo ha ido aumentando el compromiso de las entidades españolas con la RSE.

El análisis de estos Informes de Progreso determinó que las grandes empresas españolas siguen gestionando los riesgos de Derechos Humanos como parte destacada de sus estrategias de negocio, aunque necesitan todavía formalizar los procesos para asegurar la correcta implantación de estos Principios.

Respecto a las PYME, siguen  prestando más atención a otros riesgos que considera más urgentes que los de Derechos Humanos. En lo relativo a las Normas Laborales, las empresas de nuestro país presentan un alto grado de implantación de áreas como son la negociación colectiva y la libertad de afiliación, aunque se refleja una ralentización en las acciones relativas a la conciliación, así como en materia de igualdad.

Respecto al Medio Ambiente, las PYME muestran avances significativos, fruto del esfuerzo que están haciendo para seguir progresando en materia medioambiental. Por último, los resultados de los Informes mostraron que la Lucha contra la Corrupción sigue siendo el que más desafíos presenta a las empresas españolas.

Pero España no tiene tanto que envidiar a sus vecinos europeos. Las empresas españolas están involucradas con la RSE, con la transparencia (242 entidades presentaron el Informe de Progreso del Pacto Mundial y 167 elaboraron una memoria GRI en 2010) y contamos con un organismo como es el Consejo Estatal de Responsabilidad Social de las Empresas (CERSE), especialmente dedicado a la promoción de la RSE. 


¿Hasta qué punto la crisis económica actual podría repercutir en las prácticas de RSE, hay una vinculación directa?

La severidad de la crisis global nos ha llevado a preguntarnos si la RSE no sería una víctima colateral. Naturalmente en época de crisis se revisan estrechamente todos los gastos e inversiones, y los de RSE no son excepción. Están en proceso de reevaluación en muchas empresas, a lo que hay que añadir las dudas tradicionales acerca de qué aporta. El reto es avanzar en la contribución de la RSE a los resultados de la empresa, a la gestión de riesgos y a la creación de valor. No sólo ‘cómo se gasta’, más importante es ‘cómo se gana’ el dinero por parte de la empresa. La RSE contribuye a la creación de valor para la empresa y la propia crisis ha demostrado que es necesaria más y mejor RSE. Las raíces de la crisis se pueden sintetizar en dos focos: ha habido fallos de buen gobierno empresarial y también de supervisión estatal. Para maximizar la  creación de valor a largo plazo de forma sostenible son más importantes que nunca las áreas propias de la RSE: derechos humanos, corrupción, desarrollo, pobreza, educación, medio ambiente, gobierno de la empresa, etc. Y ello se demuestra en el que el número de firmantes del Pacto Mundial se ha incrementado en un 23% en este 2011, y el número de entidades que han reportado a sus grupos de interés ha aumentado un 28%. Además, se ha creado el Consejo Estatal de Responsabilidad Social de las Empresas (CERSE) y la Unión Europea publica este mes una Comunicación sobre RSE. No, la RSE no es otra víctima de la crisis.


 

Nathalie Domínguez