Fundación ONCE y NTTDATA ven en la IA generativa una aliada para mitigar la soledad no deseada en personas con discapacidad

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Aunque nunca será un sustituto de la interacción social

Patricia Encinas. Foto: Javier Lorente

Fundación ONCE y NTTDATA presentaron en Barcelona un estudio sobre el impacto potencial de la inteligencia artificial y soledad no deseada en las personas con discapacidad, que afirma que la IA generativa puede mitigar el aislamiento involuntario que sufren a veces estos ciudadanos. No obstante, el trabajo advierte también de que su uso inadecuado presenta el riesgo de aislar aún más al individuo si se concibe esta nueva inteligencia como un sustituto de la interacción social.

El informe se presentó en el Mobile World Congress, con la presencia de María González Veracruz, secretaria de estado de Digitalización e inteligencia artificial, y Jesús Herrero, director general de Red.es. 

Los encargados de presentarlo fueron Jesús Hernández, director de Accesibilidad e Innovación de Fundación ONCE, y Jorge Márquez, director ejecutivo, responsable de Diseño de Experiencias e Investigación de NTTDATA.

El trabajo se realizado con un enfoque cualitativo, orientado a comprender cómo la inteligencia artificial generativa (IAG) puede abordar la situación emocional que presenta la soledad no deseada en personas con discapacidad. Para ello, se ha elaborado en tres fases: una de investigación sobre la relación entre IAG y soledad no deseada en personas con discapacidad y otras dos de entrevistas a ciudadanos con discapacidad y a expertos en la materia. 

Lourdes González, responsable del departamento de Accesibilidad Tecnológica de Fundación ONCE, explica que, con todo este material, el informe concluye que ese potencial se materializa en tres aspectos fundamentales: complemento, motivación y apoyo emocional. 

Como complemento, explica el informe, la inteligencia artificial generativa facilita el día a día con soluciones prácticas, como planificación de rutas y localización de espacios inclusivos. En términos motivacionales, fomenta la interacción social a través de recordatorios personalizados y sugerencias adaptadas a los intereses del usuario. Y en su dimensión emocional, la inteligencia artificial generativa permite el reconocimiento y registro de estados de ánimo, lo que crea «un espacio seguro para la reflexión personal y el bienestar».

Ahora bien, advierte el trabajo, hay que tener cuidado con la relación entre persona y máquina, ya que, a veces, esa relación genera tal confianza en el humano que puede hacer que prefiera relacionarse con el asistente antes que con otras personas y, por tanto, alimentar su aislamiento social. 

Además, añade, ese tipo de relación resulta también «problemática» para la salud mental porque la IA no discute ni crea desafíos reales. 

«Todas las personas expertas advierten que usar la IA como sustituto de la interacción social es problemático para la salud mental, ya que la IA no discute ni crea desafíos reales. La IA genera una relación de confianza que, aunque útil, podría hacer que las personas prefieran interactuar con el asistente en lugar de con otras personas, potencialmente ampliando la sensación de desconexión social», sostiene el trabajo.