Desde hace tres años, y con un éxito innegable, la Fundación Botín ha sido capaz de extraer e impulsar el potencial de los más emprendedores a través del programa Talento Solidario: una iniciativa que nace con el fin de profesionalizar a empresas del tercer sector -previamente seleccionadas- a través de la incorporación de grandes talentos. El director de la Fundación Botín en Madrid, Javier García Cañete, nos ha explicado la filosofía de la entidad respecto a la economía social y, principalmente, sobre el emprendimiento.
¿En qué consiste exactamente el programa Talento Solidario y cómo surge la idea de desarrollarlo?
En primer lugar, una de las áreas específicas de la Fundación Botín, es el trabajo con el talento, y un talento capaz de comprometerse con la realidad, capaz de producir desarrollo. Dentro de esa área más específica del talento, uno de los intereses era ¿qué podemos hacer para apoyar al tercer sector, un tercer sector cada vez más relevante en la sociedad en cuanto a volumen, a facturación, a realidad social?, y vimos que uno de los aspectos más importantes dentro del tercer sector es que hay muchas organizaciones de tamaño medio y pequeño que hacen mucha labor pero a las cuales les falta todavía un proceso de profesionalización, y que ese proceso les podría ayudar mucho a mejorar sus niveles de eficiencia, su actividad. Desde la Fundación, creemos que si hacemos algo a ese respecto, podemos ayudar mucho al tercer sector. A eso le añadimos una segunda cuestión: la situación coyuntural de España desde hace unos cuantos años de crisis y de alto nivel de paro. Entonces, nos damos cuenta de que podemos unir esa necesidad del tercer sector con la posibilidad de que por las circunstancias actuales haya profesionales que provienen de otros sectores, privado o institucional, que pueden transferir toda su experiencia con unas condiciones más próximas a las que el tercer sector puede asumir. Tratando de unir ambas cosas, es decir, por un lado, ayudar al tercer sector, por otro lado, de poner nuestra aportación a este problema de talento no activo, los juntamos en la convocatoria de Talento Solidario, que es la tercera edición.
El hecho de que sea la tercera edición es sinónimo de éxito...
Creemos que sí, porque en cada edición hemos visto que el sector valora más la realidad de la convocatoria. Por un lado, es una convocatoria en la que nosotros pedimos a las organizaciones, fundaciones, instituciones, ONG, asociaciones, que nos planteen qué proyecto harían si tuvieran el profesional adecuado para hacerlo. En ese sentido, la Fundación propone un perfil profesional que les puede ayudar a mejorar esos aspectos que consideran que tienen todavía espacio de mejora y que pueden ser, el ámbito de la comunicación, de la gestión, de la intervención, cualquiera de los ámbitos porque se trata de una convocatoria abierta, en cuanto que no hay un juicio previo ni sobre los puestos ni sobre la temática de la organización o de la asociación; hay organizaciones sociales, pero también las hay del ámbito cultural o del ambiental y sanitario, es decir, hay una variedad en el ámbito de las asociaciones porque la convocatoria no restringe en ningún caso. Por eso, creemos que es una convocatoria hecha a medida de las organizaciones. El primer año se presentaron 57 proyectos, el pasado, 92 y en esta edición han sido casi 524 los proyectos presentados. Eso es sinónimo de éxito.
La segunda cuestión gira en torno a los profesionales porque el salario medio está en torno a los 30.000 euros, y teníamos dudas de que el talento con experiencia que se suele pedir en la mayor parte de los perfiles profesionales por ese salario aceptara, cuando en otros sectores gente con esa experiencia está cobrando mayor cantidad. Pensábamos que no habría muchos candidatos. Sin embargo, el año pasado, para los 14 seleccionados de los 92, hubo más de 1.000 candidaturas y de unos perfiles de todos los sectores.
La tercera línea por la que creemos que es un éxito es que en las dos ediciones anteriores está habiendo sorprendentemente un encaje muy bueno entre las organizaciones y los profesionales.
¿Cómo podemos retener a nuestros talentos en España?
Uno de los elementos más importantes es dar un horizonte amplio, abierto, esperanzador, realista, pero también con posibilidades. Aquí hay que cambiar el paradigma de que el talento no tiene por qué estar necesariamente metido en una organización, sino que el talento es capaz de crear, de emprender. Es fundamental cambiar la idea desde todos los ámbitos educativos y formativos y enseñar que el talento es capaz de emprender, de plantear su propio proyecto y ahí, desde las organizaciones, administraciones, desde todos los ámbitos tendríamos que favorecer y crear ese ecosistema de emprendimiento para que las personas con talento pudieran crear sus propios retos en el ámbito empresarial.
A este respecto, Michel Barnier, comisario europeo de Mercado interior y Servicios sugería la idea de incorporar este espíritu emprendedor desde la formación secundaria. Y aludía a la comparativa con Estados Unidos, donde el crear un negocio propio es lo normal.
Totalmente de acuerdo. Aquí falta mucho. La diferencia con Estados Unidos es que allí el fracaso empresarial es un punto de madurez, es un valor, no es un estigma. Eso es muy importante: cómo las personas que han emprendido y no han tenido éxito en la primera oportunidad, se valora, más en la segunda por la capacidad de volver a plantearse un reto y porque la madurez con la que se lo plantean augura mayores éxitos. Y las administraciones están preparadas para apoyar esa segunda oportunidad.
Impulsar una empresa no está exento de dificultades principalmente en época de crisis, ¿cree que lanzar una compañía del tercer sector, que implique no sólo el beneficio económico, sino también el social es igual de rentable?
Creo que ahora todos estamos escuchando cómo se están desarrollando todos los elementos del emprendimiento social, es decir, cómo se está dando vueltas a necesidades reales, qué soluciones empresariales se pueden implementar. Creo que es un momento muy importante porque las crisis son momentos de oportunidades para reinventar, para enfocar las cosas bajo otras perspectivas. Creo que lo social es un ámbito de emprendimiento muy interesante para que las empresas traten de proponer soluciones nuevas.
La formación es condición esencial para entrar en el mercado laboral, ¿cómo colabora la Fundación Botín en este ámbito?
En esta convocatoria de Talento Solidario, el primer eje que he descrito antes es la propia “captación” de proyectos y de profesionales vinculados a estos proyectos. El segundo eje, igual de importante, es la red de talento solidario que hemos puesto en marcha, que es una red en la que tratamos la formación como uno de sus ejes principales. Nos parece que ayudar a las instituciones a que accedan a profesionales, que les formen, que les ayuden a mirar de una manera distinta... se les está ayudando de verdad al incorporar un mayor nivel de profesionalidad a sus organizaciones o en aquellos aspectos de sus organizaciones que son mejorables. Tenemos una serie de talleres a lo largo del año con temas estratégicos, por ejemplo, el año pasado trabajamos el fundraising, el desarrollo de presentación de proyectos competitivos, la definición de planes estratégicos o la mejora de la comunicación; este año vamos a hablar también de transparencia, de todos los temas de auditoría o autoevaluaciones, de la manera de mostrar indicadores a la sociedad... ese tipo de formaciones son fundamentales.
La otra línea que trabajamos dentro de la red de Talento solidario es la posibilidad de colaboración entre unos y otros, es decir, los encuentros, que permiten a las diferentes organizaciones conocerse para poder trabajar juntas. Hay veces en las que en este sector cada uno trabaja de manera muy aislada. El hecho de ponerlos en valor y de aprender unos de otros -por eso va ligado el tema de la formación-, también está dando unos resultados extraordinarios y de hecho ya están surgiendo proyectos conjuntos entre organizaciones que hacen dos años no trabajaban de manera colaborativa.
¿Las empresas que participan vienen ya con parte de los deberes hechos?
Sí, el conocimiento del sector yo creo que no es una de las debilidades de estas entidades. Realmente, por lo que se caracterizan es por estar muy cerca de la necesidad, es decir, muy cerca del beneficiario. Por ejemplo, quien más sabe de cáncer es la AECC y conoce bien la problemática del enfermo, las familias, etc. Lo que les puede faltar, en general, es más el modo interno de gestionar, el modo de llegar más lejos con los mismos recursos, el modo de plantear la comunicación a la hora de que la sociedad valore más su actividad, les puede faltar otras cosas, pero lo que es el conocimiento de la realidad de su sector, el estudio de mercado por decirlo de alguna manera, son ellos quienes lo hacen de primera mano.
¿Las 14 empresas seleccionadas, reciben algún seguimiento posterior de su negocio?
Sí, también hay una serie de informes de autoevaluación a los seis meses, y al año se valora si continúan o no, porque este programa en principio dura un año que se puede prorrogar al año siguiente (haciendo referencia a la financiación del profesional por parte de la Fundación Botín), pero no tiene por qué renovarse. El ideal de la no renovación es porque ya se ha alcanzado el objetivo de sostenibilidad y la ayuda de la Fundación no es necesaria. Pero también, la organización puede necesitar un pequeño empujón para lograr esa sostenibilidad. Por lo tanto estamos permanentemente en contacto con ellos.
La Fundación Botín acerca la cultura y la educación a través de becas y talleres entre otros, ¿cómo se acerca a los jóvenes más “desorientados” o alejados de la sociedad para motivarles?
La Fundación Botín tiene una obsesión y es tratar de apoyar al talento capaz de comprometerse, de crear, capaz de generar desarrollo, y lo hace desde muchas áreas. Hay una específica, que es la de educación. Tenemos un programa que se llama Educación Responsable, que se pone en marcha desde la edad más temprana, trabajando en colegios, en la educación infantil, pero también en primaria y secundaria. Se trata de ayudar a que las personas formadas sean luego personas más maduras, más responsables, comprometidas, personas mucho más capaces al final. Esto se consigue trabajando a través de unos procesos de educación emocional -la educación de los compromisos, de las responsabilidades- y de una manera muy transversal, por ejemplo, profesores con alumnos y con familias. Estamos consiguiendo resultados realmente interesantes, como la prevención de fracaso escolar, mejoramiento del clima del aula, mejor relación centro-sociedad, centro-familia, es decir, ahí hay toda un parte de formación para ayudar a que esos alumnos, para que esas generaciones, estén más comprometidas, más maduras y responsables.
Bruselas está alentando la información sobre los programas comunitarios para jóvenes estudiantes. Según destacaba, los españoles son grandes beneficiarios de estas ayudas, pero también falta información al respecto, lo cual supone una paradoja que se traduce en la falta de movilidad.
En un mundo en el que la información está más accesible que nunca, ésta no llega a los jóvenes. No sé si se trata de falta de información. Creo que ahí hay influye un aspecto fundamental que es la motivación, es decir, que un joven tenga la amplitud de miras como parte de su propio proceso de maduración, porque hoy hay más oportunidades que nunca en ese sentido. La clave es la motivación. El emprendimiento no empieza a los 30 años, debería afrontarse desde los 5 en donde ya haya procesos en los que uno diga y por qué no organizo yo esto, cómo lo hago, cada uno a su nivel. Ese interés por conocer otras cosas es fundamental, la capacidad de asombrarse, ese despertar... a veces, tenemos a las generaciones más jóvenes un poco adormecidas.
Influye el miedo al fracaso
Sí, pero con 15 años uno no puede tener miedo. Puede tenerlo cuando ya haya tenido golpes en la vida, pero con 15 años, la mayoría no tiene por qué tener miedo, lo que falta son ganas.
Desde Fundación ONCE impulsamos la formación e inserción laboral de las personas con discapacidad. Para muchas empresas esta inserción se integra en su política de RSE. ¿Cree que esto es un avance o un signo de falta de normalización?
Todos tenemos limitaciones, por lo que creo que la integración es el modo natural. No se trata de decir: voy a cumplir unos porcentajes. La clave es que la discapacidad no sea una cuota, sino que forme parte del trabajo normal, donde un compañero puede tener una limitación y yo tengo otras. Lograr que eso se viva con normalidad, naturalidad y con la ruptura de barreras, que a veces la diferencia no la crean las personas sino las barreras no superadas... creo que allí tenemos un trabajo importante que recorrer a nivel de la sociedad y de valorar la discapacidad no como una diferencia sino como un valor añadido. Tenemos una barrera de falta de normalidad que superar.
Nathalie Domínguez
Fotografía: Fundación Botín. Guillermo G. Baltasar