La Fundación Empresa y Sociedad da un giro sustancial en su filosofía para
promover la acción social en las empresas, siendo la prioridad las
actuaciones que puedan realizar las pymes, sobre todo en las áreas de
Educación, Empleo y Envejecimiento activo.
Después de más de 15 años en el desarrollo de proyectos para 125 grandes
empresas y cajas de ahorros, el nuevo plan estratégico enfoca la
Fundación hacia el trabajo en colaboración con las pymes principalmente
porque representan 98% del tejido productivo de España y el 68% de la
ocupación, y en ellas se concentra el espíritu emprendedor, señala la Fundación en nota de prensa.
A partir de septiembre de 2008, con la irrupción virulenta de la Crisis
Financiera Internacional, las economías europeas y especialmente la española, entraron en recesión. En 2011 la situación persiste sobre todo en Grecia, Portugal y España. Este contexto, la Fundación plantea el desafío, tanto a los políticos como a las organizaciones sociales, de si las pymes van a poder contribuir a mejorar la situación socioeconómica, sobre todo en las áreas citadas y en concreto en el desempleo juvenil, el de larga duración y el efecto del cambio demográfico.
La Fundación Empresa y Sociedad está trabajando en un acercamiento a todos aquellos empresarios de pequeñas y medianas compañías que se sientan comprometidos con la acción social y que puedan convertirse en “motor del cambio”, tanto para la empresa en particular como su entorno.
Este compromiso parte de la circunstancia actual en la que estos empresarios
están luchando para salir de la crisis, por lo que deben ser los primeros
interesados en coadyuvar a esta problemática social, ya que su sensibilidad
estará por encima de la notoriedad positiva que puedan generar sus
actuaciones.
Las áreas elegidas son muy precisas: educación, especialmente en contenidos relacionados con la actividad económica; empleo, incluyendo personas con dificultades para encontrar nuevas salidas laborales derivadas de la crisis actual y las que estén en riesgos de exclusión total del sistema; y el envejecimiento activo, que va desde la última etapa de la vida laboral a la dependencia, como parte del ciclo de la integración activa.
Según Francisco Abad, uno de los fundadores y primero en plantear el concepto de Acción Social con Inteligencia Emocional, “hay que superar etapas anteriores: ha habido un movimiento pendular, en el que la acción social ha pasado de las tradicionales donaciones en beneficio de proyectos sociales cercanos a los gestores de las grandes empresas, a la prioridad por la comunicación e incluso por la pura técnica fría de la creación de valor empresarial. Ha llegado el momento de simultanear el ángulo empresarial y social, el técnico y el humano, la motivación personal y la profesional, el coeficiente intelectual y las habilidades sociales: “Un buen reto desde
cualquier punto de vista”.
Fuente: Fundación Empresa y Sociedad