Momentum Project nace con el objetivo de promover el desarrollo de empresas sociales que favorezcan la igualdad e integración de colectivos en riesgo de exclusión y el impulso de iniciativas medioambientalmente sostenibles. La idea parte de un acuerdo entre Esade y BBVA , con la colaboración de PwC, pero, ¿en qué consiste exactamente?
El objetivo primordial es el impulso de empresas socialmente responsables, pero antes del nacimiento de las mismas, así como durante su desarrollo, son necesarios dos requisitos: emprendedores especializados en este sector y financiación para desarrollar el negocio. De aquí parte Momentum Project, un oportunidad para seleccionar un proyecto de negocio de carácter social, bien estructurado, que será el “elegido” para recibir la financiación requerida.
Al lanzar esta iniciativa, Esade y BBVA coincidían en que “lo que necesitan muchos emprendimientos sociales es formación, asesoramiento, tutoría y financiación, con el objetivo de conseguir que estos proyectos, ya en funcionamiento y con capacidad de crecimiento, puedan efectivamente crecer y así escalar su impacto social. De ese trabajo nació Momentum Project hace un año”, explica Lidia del Pozo, directora de Acción Social, Eventos y Patrocinios Institucionales de BBVA.
Un beneficio para la sociedad
Guillermo Casasnovas, coordinador de Momentum Project en Esade, explica que esta iniciativa es un “programa de apoyo al emprendimiento social en España, algo que se hace dando un apoyo concreto (formación, acompañamiento en el plan de crecimiento y apoyo en el acceso a financiación) a 10 empresas sociales y en general desarrollando un ecosistema de apoyo a los emprendedores sociales en nuestro país”.
Lo más interesante de esta iniciativa es el apoyo a las empresas sociales. Casasnovas comenta que “desde Esade se hacen muchos programas para apoyar a empresas tradicionales y a ONG, pero en este caso se pensó que también era importante reconocer el papel de este tipo de organizaciones – empresas o emprendimientos sociales – impulsadas por personas que detectan un problema social y buscan darle solución a través de una iniciativa empresarial dentro de la economía de mercado”.
Lidia del Pozo coincide en que la idea es “apoyar a aquellas personas que, ante un problema social, son capaces de crear y desarrollar un proyecto empresarial para provocar un cambio y transformar la realidad”.
Para una gran entidad bancaria como el BBVA, “siempre es más fácil apostar por una idea innovadora, pero es muy importante que quien la promueva lo haga de forma profesional y se apoye en un buen modelo empresarial, con un plan de negocio serio y alternativas ante los posibles retos que encontrará en el camino. En el emprendimiento social todas las obras son importantes, independientemente de los recursos con los que cuente el emprendedor”, argumenta del Pozo.
Momentum Project se integra en los diversos programas de acción social que desde hace años desarrolla la entidad bancaria, como la concesión de becas para garantizar el acceso a la educación de colectivos desfavorecidos, el impulso a la educación financiera y la concesión de microcréditos productivos a través de la Fundación BBVA para las Microfinanzas, entre otros, explica Lidia del Pozo, “pero sentíamos que debíamos hacer algo más para contribuir a paliar la pobreza en el mundo y vimos en el emprendimiento social un buen camino”.
Formación y financiación
A principios del mes de octubre, Momentum Project eligió nueve emprendimientos sociales que se presentaron en el llamado “Investment Day”. Esta jornada era crucial para los emprendedores formados en Esade, ya que de ella dependía la obtención de financiación para el desarrollo de su negocio.
Actualmente, uno de los puntos delicados en el lanzamiento de una empresa es la obtención de financiación. Para aumentar las posibilidades de obtener el crédito necesario, explica Casasnovas, “es básico que las empresas sociales estén profesionalizadas, que tengan un modelo de negocio claro y sostenible, y que lleven las cuentas de manera transparente. Además, cada vez es más importante que midan y demuestren su impacto social, ya que éste es su valor diferencial y el hecho por el cual algunos inversores estarán dispuestos a financiarles a ellas antes que a otras empresas tradicionales”.
“Las aportaciones en forma de donativo escasean -reconoce Lidia del Pozo- y es difícil para estas empresas acceder a instrumentos de financiación tradicional. Sin embargo, las empresas sociales son imaginativas, innovadoras y perseverantes. Son capaces de reinventarse y cambiar el modo en que hacen las cosas para conseguir su fin último, que es solucionar un problema social”.
Desarrollar un proyecto social, por lo tanto, no es tan sencillo, requiere un proceso formativo especializado que ayude al emprendedor a impulsar y desarrollar su idea de negocio. Bien que la base empresarial sea similar a la de cualquier entidad tradicional, la especialización en este tipo de compañías requiere un “plus”: “incrementar y medir el impacto social”.
Esta estructura empresarial conlleva algunas ventajas e inconvenientes de las que los futuros empresarios son conscientes. “Entre las ventajas podemos destacar la pasión y entusiasmo de sus líderes, el compromiso de los trabajadores y la fidelidad de los clientes, así como el trabajo en red que hacen entre ellas. Como dificultades está el hecho de que tengan que estar atentos a su misión social a la vez que buscan la rentabilidad económica, por lo que a veces implica doblar esfuerzos en sensibilización, formación de los trabajadores...”, explica Casasnovas.
Empresas necesarias
El impulso de una iniciativa que favoreciera la creación de este tipo de negocios encuentra su justificación en dos puntos relevantes, por una parte, el fin social, por otra, la creación de empresas y, por lo tanto, de empleo. Para Guillermo Casasnovas, los mensajes que se pueden enviar a los alumnos que deciden desarrollar este tipo de negocios son positivos para ellos y para el conjunto de la sociedad, ya que “estas empresas, son muy necesarias especialmente en estos años de crisis económica y social. También les diría que hagan énfasis en la sostenibilidad económica para que la empresa pueda sobrevivir en el medio y largo plazo, pero teniendo clara su misión social y midiendo el impacto para poder autoevaluarse de manera regular. Por último, destacaría la importancia del trabajo en red con otras organizaciones del tercer sector”.
Lidia del Pozo reconoce que “existen actividades de apoyo a causas sociales y otras de apoyo al emprendimiento en general, pero el emprendimiento social es un territorio con gran potencial casi sin explorar. Los emprendedores sociales son innovadores, perseverantes, comprometidos y sus ideas para solucionar problemas sociales son escalables y trascienden geografías. La formación, asesoramiento, acompañamiento y financiación de estas empresas les ayuda a ser competitivas, sostenibles y crear puestos de trabajo. Es decir, que puedan crecer y multiplicar el impacto social que persiguen.
En consecuencia, la entidad bancaria recomienda no tirar la toalla ante este tipo de negocios tan necesarios en la sociedad. “A aquellos emprendedores sociales que ya tengan un modelo de negocio probado, sean sostenibles económicamente, estén operando desde hace 2 ó 3 años y que se encuentren en ese Momentum de crecer y aumentar su impacto, les aconsejaría estar atentos a la nueva convocatoria de Momentum Project 2012. A los que aún no han iniciado esta aventura, les diría que no abandonen su sueño de cambio social, que lo hagan realidad. Que pongan en práctica sus ideas y no abandonen ante el primer fracaso. Momentum está pensado para empresas ya creadas pero hay muchas organizaciones, como Ashoka, que apoyan al emprendedor en estos primeros pasos”.
Emprendedores con discapacidad
Uno de los sectores de la población que pueden encontrar más dificultades a la hora de crear su idea de negocio y desarrollarlo es el de las personas con discapacidad. Para Guillermo Casasnovas, “crear una empresa nunca es fácil para nadie, de hecho facilitar los trámites para iniciar una nueva empresa y aumentar las ayudas es una de las tareas pendientes de nuestras administraciones públicas. Además, la dificultad añadida para las personas con discapacidad que quieren ser emprendedoras es que probablemente necesiten ayuda de otras personas para determinadas funciones dentro de la organización, funciones que en otros casos haría el propio emprendedor por la falta de fondos en las fases iniciales. Por este motivo, debería haber todavía más ayudas para este tipo de emprendedores con alguna discapacidad”.
Sin embargo, “con la formación, el asesoramiento y el acompañamiento adecuado cualquier emprendedor con capacidad de liderazgo, visión, perseverancia y una buena idea de negocio puede crear su propia empresa, independientemente de que tenga discapacidad o no, asegura Lidia del Pozo.
Nathalie Domínguez