La mayoría de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE ) han alcanzado el máximo nivel de desigualdad en materia de ingresos en el trabajo, y en las economías emergentes el panorama no es más alentador, tal y como recoge el informe 'Todos implicados: ¿Por qué menos desigualdad nos beneficia a todos?'.
El organismo internacional estima que el 10% de los países más ricos de la OCDE tienen un ingreso de actividad 9,6 veces superior al del 10% de los más pobres. Esta brecha se ha ampliado progresivamente. Así, en los años 80 la proporción era de 7,1 y en los años 2000 de 9,1.
Pero en el contexto laboral, ¿a qué se debe esta diferencia entre Estados? La OCDE ha puesto sus ojos en dos dianas: la calidad de los empleos tan dispar y la desigualdad de género en las empresas, principalmente evaluados en este informe.
Respecto a las condiciones de trabajo, fenómenos como los contratos a tiempo parcial, duración determinada o trabajos independientes, acentúan las diferencias.
Mientras, hay que hacer más esfuerzos por reducir las diferencias laborales entre los hombres y las mujeres concluye el informe. Cierto es que el aumento del número de mujeres trabajadoras ha contribuido a limitar las desigualdades, sin embargo, su probabilidad de ocupar un empleo remuerado es un 16% inferior que la de los hombres, y sus remuneraciones son aproximadamente un 15% menor a la de ellos.
Aparte de la diferencia de género, en la actualidad, ¿quiénes son los colectivos más afectados? La OCDE no lo duda: nuestros jóvenes. El 40% de los jóvenes ocupan un puesto de trabajo atípico y prácticamente la mitad de los trabajadores temporales son menores de 30 años. Asimismo, la juventud tiene menos posibilidades de pasar de un empleo temporal a uno permanente y estable.
"Hemos llegado a un punto crítico. Las desigualdades en los países de la OCDE no han sido tan elevadas desde que empezamos a estudiarlas", manifestó el secretario general de la Organización, Angel Gurría, durante la presentación del documento en París.
A su lado, Marianne Thyssen, Comisaria europea de Empleo, Asuntos Sociales, Competencias y Movilidad, recordaba que "los datos muestran que fuertes desigualdades impiden el crecimiento. La acción política debería estar motivada tanto por motivos económicos como por razones sociales. Si no abordan la cuestión de la desigualdad, los gobiernos debilitan el tejido social en sus países y comprometen su crecimiento económico a largo plazo".
Más allá del impacto sobre la cohesión social, el informe subraya que la mediocridad de oportunidades en el mercado laboral como lastra para el crecimiento económico a largo plazo. A medida que las desigualdades se acentúan, las familias pertenecientes a sectores sociales más bajos sufren un descenso significativo del nivel de educación y formación, lo que implica un gasto importante del potencial y una menor movilidad social.
En resumen, ¿qué hacer para reducir las desigualdades y estimular un crecimiento inclusivo? La OCDE cree necesario que los gobiernos promuevan aún más la igualdad entre hombres y mujeres en materia laboral, ampliar el acceso a mejores empleos, y promover el refuerzo de las inversiones en la educación y las competencias a lo largo de la vida activa.
https://www.youtube.com/watch?v=xyprxOa1H1s&feature=youtu.be
Nathalie Domínguez