José Luis Martínez Donoso, director general de Fundación ONCE
Blanca Abella
Aunque en algún instante el recuerdo de los peores días de pandemia es luminoso gracias a la labor que ha podido desarrollar en apoyo a muchas personas, José Luis Martínez Donoso no oculta la gravedad de la situación que han vivido muchas familias y en general el sector de la discapacidad. Asegura que algunas entidades han agotado sus recursos de todo el año para salvar vidas, porque decidieron que eso era lo primero y ahora hay que tenerlo en cuenta en esta reconstrucción social, al igual que la falta de accesibilidad en los peores momentos de la crisis y cómo debe ser en el futuro la atención sociosanitaria de las personas con discapacidad.
¿De qué manera ha azotado la pandemia al sector de la discapacidad?
La pandemia ha azotado a todo el país, a toda la ciudadanía, pero no es menos cierto que las personas con discapacidad tenemos unos condicionantes adicionales y lógicamente el aislamiento y la situación de zozobra nos ha llevado en muchos casos a buscar recursos donde no los había y ser imaginativos para poner al servicio de personas individuales y entidades de la discapacidad ese plus añadido que este estado de alarma representaba. El bloqueo, la falta de alimentos, de medicación, de movilidad en muchos casos, ha ocasionado ese añadido de dificultad y nuestros centros de atención a personas con discapacidad han sido también objeto del azote de la pandemia y han tenido que pelear en el día a día, sin recursos, porque no se les podía suministrar, no había, y sin recursos económicos incluso para poder adquirirlos. A las personas con discapacidad y a las entidades esta pandemia las ha dejado un poquito más tocadas que al resto de la ciudadanía.
¿Cómo ha respondido esa gran familia de asociaciones y profesionales que tan acostumbrados están a combatir la desigualdad?
Ya le dábamos vueltas a lo que se venía encima antes de la declaración del estado de alarma y por eso lo hicimos con bastante antelación, de forma muy inmediata; de hecho, la puesta en marcha de nuestros programas solo tardó una semana tras esa declaración del estado de alarma.
Lo primero que hicimos fue ver el catálogo de necesidades y después cómo atenderlo. Desde luego lo importante, los recursos económicos fueron un problema. La Fundación ONCE desde el día 14 de marzo ya no tenía recursos porque nuestros vendedores no están en la calle y los ingresos diarios por la venta de juego no se producen, así que había que captar fondos y nos pusimos rápidamente a buscarlos en empresas, entidades, particulares, para poder acceder a ciertos productos que detectamos como necesarios en ese catálogo, como era el material sanitario, en primer lugar.
Nos convertimos en buscadores en un mercado de ‘subasteo’ y hemos podido suministrar a muchas entidades sus correspondientes EPIs, creo que ha sido la labor más importante en el inicio de la pandemia. La segunda necesidad eran los alimentos, y contactamos con entidades que tienen sus infraestructuras preparadas para la distribución y según trabajábamos en ello, aumentaba la demanda, pero también el voluntariado, que ha aumentado considerablemente. Hemos conseguido así ayudar a los que lo necesitaban a la hora de ir a la compra, a la farmacia, a dar paseos de respiro… Ahí estábamos nosotros tratando de apoyar con nuestros voluntarios, que han viajado por cada pueblo de la comunidad de Madrid o de otras comunidades autónomas recogiendo y distribuyendo medicación refrigerada que era necesaria o cualquier otro tipo de urgencia…
También colaboraron para proteger a los profesionales del sector sanitario, ¿no es así?
Así es, nuestra idea es que la solidaridad tiene que ir más allá, no solo a nuestro colectivo y el personal sanitario lo estaba pasando mal, y nos pusimos en marcha y estuvimos trabajando codo con codo con la red del movimiento ‘Coronavirus Makers’ y todas las impresoras del Grupo Social ONCE se pusieron a fabricar como locos pantallas faciales. Hemos entregado miles de ellas en los hospitales de muchas comunidades autónomas. Pero lo que nos permitió poder realizar todo esto fue la inmediatez. Ahora seguimos en ese programa, aunque no podemos afrontar la desescalada con el mismo apoyo por el inicio de nuestra actividad, pero estamos al lado del CERMI para apoyar todas aquellas reivindicaciones para que desde las administraciones públicas den atención a estos centros que van a abrir en atención diaria al colectivo de personas con discapacidad y demás servicios necesarios.
Ha sido una experiencia humana fantástica. Hemos estado 15 personas al pie del cañón, pero más de 800 voluntarios y hemos llegado a casi 200 entidades de la discapacidad por toda España y gracias a esa red del sector de la discapacidad, esa complicidad y ese afán de superación que movían a cada voluntario y coordinador a seguir al pie del cañón.
La tecnología de nuevo ha sido un aliado en tiempos de crisis, aunque a veces sigue profundizando en la brecha que a su vez suponen los avances para el sector de la discapacidad pues no cuentan con la accesibilidad necesaria.
Hemos teletrabajado la totalidad de la plantilla, más de 500 trabajadores y eso ha sido posible gracias a que previamente nos habíamos dotado de los medios necesarios para poder realizarlo, y sin ningún tipo de incidencia. Además, lo hemos hecho en un ámbito en el que pensábamos que sería más complicado, porque, ¿cómo se puede ejercer una actividad de intermediación laboral y favorecer ese canal entre un empleador y un empleado?? Pues los datos son muy buenos en el número de inserciones y el número de nuevas empresas que se han incorporado a nuestro programa y eso ha sido gracias a las nuevas tecnologías.
Pero también nos hemos dado cuenta de que lo que se ha puesto en marcha fuera de nuestro entorno nos ha dejado muchas veces excluido; las ‘app’ de información y formación de diferentes comunidades autónomas, todas las herramientas que se han puesto en marcha para celebrar conferencias, webinarios, etc., en muchos casos no han contado con nosotros y ahí tenemos que ser muy exigentes y no solo en casos pandemia, porque es una necesidad de inclusión real de las personas con discapacidad y luchar para que las nuevas tecnologías, que puede ser la mejor herramienta de inclusión, no nos dejen fuera.
¿Qué sería necesario para el sector de la discapacidad en el proceso de reconstrucción social en el que ya se está trabajando?
Lo primero, como expresa la frase lapidaria que venimos utilizando siempre, es que hemos sido los últimos en entrar, que no seamos los primeros en ser expulsados del sistema, por el esfuerzo de años y de tantas generaciones peleando para que la discapacidad tenga un peso dentro de la sociedad, que tenga su posición, la que le corresponde, no queremos más que eso. Y parece que ya hay indicios de que va a ser así, por lo tanto, lo primero que se debe tener en cuenta es la situación que vamos a tener de una falta total y absoluta de recursos económicos. Hay entidades, doy fe de ello, que han hipotecado todo su presupuesto de actuación para este ejercicio 2020 en la compra de EPIs, ya no tienen un duro para poder actuar, para pagar las próximas nóminas, y lo han hecho porque lo primero que han decidido es que la salud de sus trabajadores y la salud de sus beneficiarios era lo primero, no se han puesto a regatear ni racanear sobre las partidas a utilizar en esta situación y a eso hay que darle respuesta y hay que buscar los mecanismos, y los hay, tan solo tiene que haber la voluntad política de que esos mecanismos se puedan aplicar a estas situaciones. De nada sirven las partidas destinadas a un proyecto que se quedan desiertas porque tú ya no tienes capacidad de ejecutar ese proyecto, cuando esa partida puede destinarse precisamente a poner todo en un punto cero y que nos permita el despegue.
Una de las primeras cuestiones que deben abordarse está relacionada con la desinstitucionalización de las personas.
Eso es, el análisis de por qué se ha producido esto. No somos diferentes al resto de ciudadanos y hemos visto que ha habido muchos problemas en residencias de mayores, en toda la logística de apoyo a centros sociosanitarios, donde podemos incluir a los nuestros y debemos hacer una reflexión como país, y nosotros como sector, para afrontar cómo queremos ser y cómo queremos llegar a esa situación de una normalidad sociosanitara, donde las personas con discapacidad elijan cómo quieren estar, atendidos en sus domicilios, o en centros… Pero el problema no ha sido la falta de atención en nuestros centros, no hemos contado con la complicidad de los medios públicos para apoyarnos en una situación que ha desbordado a todos.
Y otro aspecto que siempre amplía barreras y complica la realidad del sector de la discapacidad es la falta de accesibilidad, como ya comentábamos al hablar de las nuevas tecnologías.
Se han visto las carencias en materia de tecnología y tenemos que ser muy duros en este momento y avanzar más en la norma, que la norma tenga una parte coercitiva de sanción, porque no puede ser que grandes comunicados de este país, desde la propia presidencia del Gobierno o grupos parlamentarios, en las instrucciones que afectan a la ciudadanía, no hayan contemplado a la discapacidad. Ahí tenemos que ponernos serios porque nuevamente hemos salido adelante gracias a esa voluntad férrea que tienen las entidades de la discapacidad de defender a su colectivo, porque nuevamente las administraciones públicas no nos han tenido en cuenta, hemos sido los grandes ignorados en muchos casos en esta pandemia.
La participación del presidente del Grupo Social ONCE, Miguel Carballeda, en la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica, y la del presidente del CERMI también en los próximos días, ¿son una muestra en esta ocasión de voluntad política?
Estoy orgulloso de la actuación de mi presidente, que dejó las cosas bien claras y no se centró solo en el colectivo del grupo social ONCE, lo extendió a toda la economía social y a las personas con discapacidad. Tengo mi nivel de escepticismo y espero que esto no se quede en un lavado de imagen, porque al final las actuaciones tienen que ir acompañadas siempre de medidas paralelas y en estos momentos no se están dando, con lo que tengo mis dudas de que esto no sea operación de maquillaje nada más. Afortunadamente las personas que nos representan tienen la capacidad y el discurso claro para dejar el mensaje de las necesidades que tiene el sector de la discapacidad y al menos uno dice lo que piensa y se queda mucho más tranquilo y nos dejan las vías hechas para que los demás peleamos en conseguir esos compromisos que muchas veces se quedan en un mero acta y ahí mueren. Esperemos que no sea así, pero creo que tendremos que seguir reivindicando, y con la voz alta, porque si no volveremos a ser los grandes olvidados.
No hemos sido objeto prácticamente de ningún noticiario, pero no porque no lo hayamos pasado mal sino porque nosotros solos nos hemos lamido nuestras heridas, nosotros solos nos hemos ayudado y hemos tratado de resolver las situaciones… después ya diremos, ¡aquí estamos!
¿La nueva programación de los fondos estructurales 2021-2027 debería tener en cuenta todo lo ocurrido en estos meses de pandemia?
Eso sería fundamental, estamos en un grupo de trabajo precisamente analizando esos 140.000 millones que vienen por dos vías, y en ese análisis estamos viendo todas las posibles líneas que puedan favorecer al sector de la discapacidad, además es una labor que hay que hacer de forma inmediata porque lógicamente a ese pastel van a querer acudir muchos y tenemos que estar ahí, para que se exterioricen nuestras necesidades y para que se prioricen nuestros programas. Estoy esperanzado. En esta crisis, el mayor apoyo nos ha venido también por el Fondo Social Europeo, el apoyo a los que somos operadores de los programas operativos con un nivel de facilidades increíble, y esa sensibilidad que hay en Europa hacia nosotros, hacia las personas con discapacidad y hacia los colectivos más vulnerables, deberíamos hacer que se permeabilizara al Estado español. Los dineros han venido, los dineros están, lo que hay que hacer ahora es que esa canalización tenga ese reparto justo en cuanto a las necesidades de los diferentes colectivos.
(Entrevista publicada en 'cermi.es 394')