El documento establece los requisitos para implantar un sistema de gestión que apuesta por la responsabilidad social, el buen gobierno y la mejora continua. Desde su publicación en el año 2012, lo aplican 60 organizaciones, de diversos sectores y tamaños, tanto públicas como privadas, en 14 países del mundo.
Ahora, se ha revisado con el objetivo de facilitar aún más su aplicación en las organizaciones, dentro de la política de revisión periódica de los estándares para adaptarse a las nuevas necesidades de las organizaciones.
Los avances abarcan una mejora en la redacción, simplificación y la incorporación de una guía con directrices para su uso. Además, compartirá la denominada estructura de alto nivel que se está incorporando en las revisiones en marcha de las normas de gestión (como la ISO 9001 de Gestión de la Calidad o la ISO 14001 de Gestión Ambiental) para avanzar en su integración.
Entre los nuevos requisitos, se incluye la obligación de elaborar un Código de Conducta en las organizaciones, estableciendo un contenido mínimo. Además, refuerza otros conceptos que aún estando presentes en la anterior versión, se enfatizan para que las organizaciones pongan el foco sobre ellos. Por ejemplo, la necesidad de integrar la RSC dentro de los procesos de negocio; la evaluación de asuntos e impactos, o el establecimiento de objetivos y acciones de una manera integral hacia todos los grupos de interés significativos, más allá de acciones puntuales.
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