Rutas y sendas accesibles en la naturaleza para personas con movilidad reducida y discapacidad visual en España

Mujer con discapacidad en el campo

En España no hay una regularización estatal que determine los criterios para que una ruta o sendero lo sea

Las personas con movilidad reducida o discapacidad visual ven limitadas sus posibilidades de viajar libremente: el destino y las actividades que escojan deben estar adaptadas para su desplazamiento. Pero no todos lo están. Tampoco las rutas accesibles lo son para todos. Los criterios de accesibilidad de cada ruta o punto turístico natural son fundamentales para que las personas con movilidad reducida o discapacidad visual puedan determinar si son accesibles en su caso concreto.

“Las personas con discapacidad física o movilidad reducida se enfrentan a numerosas dificultades a la hora de hacer turismo. Y esto es debido, sobre todo, a la falta de cumplimiento de la cadena de accesibilidad”, explica el director técnico del Área de Accesibilidad Universal, Turismo y Cultura Inclusiva de la Plataforma Representativa Estatal de Personas con Discapacidad Física (Predif), Miguel Carrasco.

La Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (Cofemfe) aduce que no existe una regulación a nivel estatal que determine los criterios para que una ruta sea considerada accesible, aunque advierte de que puede existir algún criterio en cada comunidad autónoma. No obstante, esta organización ha elaborado varios documentos con información de cómo debería ser.

Uno de esos documentos es la Guía técnica de Accesibilidad para la red de Caminos Naturales, que explica que para que una ruta o sendero natural sea calificada como accesible debe tenerse en cuenta la situación de sus pavimentos, cuentas drenantes, pasos inferiores y túneles, puentes y pasarelas peatonales, desniveles, escaleras y rampas. También debe contar con elementos de protección (como barandillas, pasamanos o vallados) que faciliten la circulación y áreas de descanso y equipamiento complementario (con bancos y apoyos isquiáticos, papeleras y contenedores de residuos y fuentes).

“Antes de poder promocionar una ruta como accesible debe cumplir con todos los eslabones de la cadena de accesibilidad del turismo”, asegura Miguel Carrasco desde Predif. Esta cadena de accesibilidad comienza al inicio del viaje. “El tema del transporte puede ser un desafío si no se dispone de vehículos adaptados o información precisa de cómo llegar a estas rutas”, explica. También es fundamental que cuenten con información clara y sencilla de los criterios de accesibilidad que cumple esa ruta y las infraestructuras turísticas que incluye.

La señalización es clave. La Guía de Cocemfe ofrece consejos para, por ejemplo, escoger la ubicación, contenido, formato y mantenimiento de las diferentes señales que debe incluir una ruta para ser accesible (informativas, direcciones, preventivas y temáticas). “La señalización debe ser clara y accesible utilizando, por ejemplo, braille o pictogramas; para que todas las personas puedan disfrutar de la ruta”, explica Miguel Carrasco.

ENTORNO URBANO O NATURAL

Muchas ciudades cuentan con rutas y recorridos turísticos accesibles en el entorno urbano. De las 29 rutas publicadas en la página web de la Junta de Andalucía, 20 son de entorno urbano y únicamente 9 por paisajes naturales. Madrid, por ejemplo, tiene actualmente activo un programa de visitas guiadas accesibles. “Estas visitas están única y especialmente pensadas y dirigidas a personas con discapacidad, por lo que es necesario que se cumpla este requisito para participar”, asevera el Área de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid.

Las opciones se limitan todavía más en cuanto a actividades turísticas como rutas o sendas en la naturaleza. Algunas comunidades autónomas tienen habilitada una página web para consultar las rutas y sendas accesibles en su territorio. Es el caso de Andalucía, Cantabria, Castilla y León, Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana

Otras redirigen a buscadores externos de asociaciones españolas. La Comunidad de Madrid, por ejemplo, redirige al buscador del proyecto TUR4all de Predif. Este buscador contiene información de las 52 provincias y permite filtrar por diferentes categorías y criterio de accesibilidad. También se puede buscar directamente el nombre de la ruta a consultar o incluso localizar rutas en otros países.

En este buscador se incluyen infraestructuras turísticas (restaurantes, alojamiento, rutas, museos, etc.) de las que se analizan más de 280 indicadores de accesibilidad. “Nunca decimos qué es accesible y qué no. Un equipo de expertos hace un informe descriptivo de los criterios de accesibilidad universal que cumplen cada una de las rutas para que la persona, autónomamente, pueda decidir si es accesible o no para ella”, afirma Miguel Carrasco, de Predif. La información incluida en este buscador se actualiza cada dos años, añadiendo nuevos puntos turísticos accesibles (si los hubiese) y reevaluando los ya incluidos. Además, los usuarios pueden publicar imágenes y comentarios sobre lugares no recogidos para futuras evaluaciones.

ALTERNATIVAS

Para hacer más accesibles las rutas por entornos naturales, varias de las comunidades consultadas por Maldita.es disponen del servicio de sillas Joëlette. También conocidas como “sillas todoterreno”, permiten a personas con movilidad reducida o cualquier tipo de diversidad funcional realizar actividades en medio natural. La Consellería de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica de la Comunidad Valenciana explica en su página web que permiten realizar excursiones.

Se necesitan dos ayudantes para impulsar y dirigir el aparato. La silla, como explica este documento de la Diputación de Barcelona, únicamente tiene una única rueda que puede transportar a una persona de hasta 120 kilos. La tripulación mínima necesaria para conducir la Joëlette es de dos personas: el piloto delantero (se encarga de direccionar la silla y tirar de ella) y el piloto trasero (se encarga de mantener el equilibrio y frenar la silla). Este manual de uso recomienda llevar a un tercer ayudante (o hasta cinco en total) si la ruta es larga o el pasajero supera los 40 kilos de peso, para poder hacer relevos durante el camino.

En la Comunidad Valenciana hay un servicio de préstamo que pueden solicitar particulares, centros educativos o asociaciones relacionadas con personas con diversidad funcional. Dispone de un calendario en el que se indica en qué parques naturales puede solicitarse este servicio cada mes.

En algunas zonas, este servicio está gestionado por la Cruz Roja, como es el caso de Baleares. “Permite acercarse a los entornos naturales que no son accesibles con una silla de ruedas normal, aunque también tiene limitaciones de movilidad y no puedes acceder a zonas escarpadas, terrenos inestables o de suelo excesivamente irregular”, manifiesta la Cruz Roja. Gestionan tanto rutas individuales como grupales, según explica, normalmente empresas de turismo accesible que incluyen este servicio en sus paquetes.

Esta posibilidad también está en otras ciudades como Barcelona, donde además se ofrecen otras alternativas como terceras ruedas, bicicletas tándem o 'handbikes'. Si la ruta está adaptada para hacerla en bicicleta, las personas que lo soliciten podrán acoplar una tercera rueda a su silla de ruedas para adaptarla a las pistas de montaña, utilizar una bicicleta adaptada para pedalear con los brazos o ir acompañada de otra persona en una bicicleta tándem.

DISCAPACIDAD VISUAL

En el caso de las personas ciegas o con discapacidad visual, “nunca va a existir un entorno completamente accesible”, asegura la ONCE. Es posible tratar de adaptar algunos aspectos de la ruta (como el pavimento, la señalética o acompañarla de herramientas digitales), pero no se puede garantizar que la experiencia sea totalmente satisfactoria y autónoma por parte de la persona con ceguera, ya que esto depende de múltiples factores como irregularidad del terreno, posibilidad de instalar señalética que pueda percibir la persona con discapacidad visual, o incluso otros factores no relacionados directamente con la ruta como puede ser el aislamiento de esta, la facilidad para llegar a ella, el tipo de transporte utilizado para ella, etc.

Actualmente, algunas comunidades incorporan alternativas para que las personas con discapacidad visual puedan acceder a este tipo de turismo. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, los usuarios con visibilidad reducida pueden servirse de una aplicación que les permite disfrutar de la Sierra de Guadarrama con más autonomía y seguridad. La aplicación en cuestión es Blind Explorer, una aplicación de navegación sensorial para personas con discapacidad visual. Como explica su página web, crean rutas GPS de alta precisión que cualquiera puede recorrer utilizando la aplicación de guiado sensorial por sonido 3D y descripciones accesibles. Funciona sin cobertura móvil y es completamente gratuita.

Esta aplicación no está disponible en cualquier parte. Según su visor de rutas, dispone de más de 200 rutas accesibles por diferentes puntos del país, entre los que se encuentran, por ejemplo, varios caminos del Valle de Arán (Cataluña), la Sierra de Guadarrama (Comunidad de Madrid) o zonas costeras como la playa de Cullera. La web de Blind Explorer pone a disposición del usuario información relacionada con cada una de las rutas (distancia, desnivel, altitud, tipo de pavimento, entorno, orientación, etc.).

Esta aplicación, según explica la ONCE, es una herramienta que puede facilitar el acceso a estas actividades en entornos más controlados a personas con discapacidad visual, pero no garantiza la autonomía a personas con ceguera o discapacidad visual severa en entornos más complejos o aislados.

Por ejemplo, una persona con ceguera o discapacidad visual severa podría utilizar esta aplicación como guía o referente en el parque de El Retiro (Madrid), pero no podría hacerlo de forma completamente autónoma en otro tipo de entornos mucho más aislados o con muchas o grandes irregularidades en el terreno. “Esta aplicación, que se basa en un tecnología GPS, podría tener un margen de error de unos cinco o diez metros. Si a cinco metros hay un riachuelo, la persona con discapacidad visual puede detectarlo, pero la persona con ceguera no”, agrega la ONCE.

Otros lugares, como Barcelona, disponen de las llamadas barras direccionales. Se trata de una barra de madera o aluminio de 2,5 a 3 metros de longitud, generalmente, con unas cintas en los extremos y al centro que facilitan la adherencia de la mano. A cada barra se enganchan tres personas, una de ellas con discapacidad visual que se coloca en la posición central. “La finalidad de esta barra es convertirse en un guía para que estas personas puedan seguir perfectamente un recorrido o un itinerario”, recoge la web de la Diputación de Barcelona.

“Esta herramienta cumple con el principio de integración y es muy útil para que las personas con discapacidad y ceguera puedan realizar rutas. No obstante debe entenderse que esta herramienta, por sí sola, no permite que una persona con discapacidad visual realice rutas de senderismo o montaña ya que necesita que las otras dos personas que operen la barra no tengan discapacidad visual”, concluye la ONCE.