Juan Antonio Pedreño, presidente de Cepes
Juan Antonio Pedreño, presidente de la Confederación Española de la Economía Social, ha concedido a Solidaridad Digital una entrevista con motivo de la celebración hoy viernes de la Jornada 'La Empresa Social como agente de la Economía Social' en la que han participado cerca de un centenar de representantes de los partidos políticos, de empresas de la Economía Social, y de las administraciones autonómicas, estatal y comunitaria.
En el transcurso ha tenido lugar una mesa redonda moderada por Miguel Ángel Cabra de Luna, consejero del CESE en representación de Cepes y director de Relaciones Sociales e Internacionales y Planes Estratégicos de Fundación ONCE.
En ella han participado, la consejera del Comité Económico y Social Europeo (CESE), Ariane Rodert; la presidenta de la Federación de Asociaciones Empresariales de Empresas de Insercion (Faedei) y de la plataforma europea de inserción (NSIE), Nieves Ramos; y el presidente de Social Economy Europe, Alain Coheur, entidad representativa de la Economía Social a nivel europeo.
Decía en la última asamblea general de Cepes, celebrada el pasado 21 de mayo en Valencia, que "estamos en un momento decisivo para consolidar un nuevo modelo de convivencia basado en criterios más solidarios, equitativos y comprometidos con la sociedad, por ello es necesario que la nueva construcción europea cuente con la Economía Social". ¿Tan importante es este sector productivo?
Los datos así avalan. La economía social en España viene a representar más o menos el 10 por ciento del PIB, y entre el 12 y 14 por ciento del empleo. Estamos hablando de un empleo directo e indirecto de cerca de 2,5 millones de personas. Y si España tiene unos 16,5 millones de empleados, la Economía Social aporta un 14 por ciento de ese índice de empleo. Y además creciendo, porque la verdad es que está creciendo el empleo en algunas familias de la Economía Social. Pero sobre todo por una cuestión importante: tiene más de 16 millones de personas asociadas de una u otra manera a empresas vinculadas a la economía social, ya sean cooperativas de consumo, cooperativas de trabajo, cooperativas agroalimentarias, de la vivienda, del mar... Y cuando yo decía esa frase es porque hace escasamente seis años estábamos en doce millones. Hemos percibido que hay una simpatía, ya sea en cooperativas de crédito, sobre todo financieras, porque han entendido que a lo mejor el cooperativismo de crédito o las entidades de banca ética ahora son más, digamos, cercanas a la sintonía que la sociedad reclama. Que haya crecido el número de personas asociadas a entidades de la economía social alrededor de un 25 por ciento casi en estos seis últimos años es lo que nos da pie a decir que la sociedad está apostando por otros valores, más solidarios, más cercanos, más comprometidos, menos ‘explotadores’, por decirlo de alguna manera. Y esos son los valores que encarna la economía social, el valor de las personas comprometidas con la empresa enraizada en el territorio.
Y parece además estar resistiendo mejor las acometidas de la crisis...
Sí, son datos que el propio Ministerio de Empleo y Seguridad Social está dando reiteradamente. Las empresas de la Economía Social han mantenido el empleo en un porcentaje mayor que el resto de las empresas, que en conjunto han perdido ocho puntos de empleo que las empresas tradicionales, y lo mismo en el porcentaje del número de empresas. Y hay familias incluso, como la familia de Cooperativas, que está doce puntos menos en destrucción de empleo que el resto de las familias de la Economía Social. Por tanto, sí que es verdad que en esta época de crisis la Economía Social está demostrando mayor resistencia, debido fundamentalmente a la flexibilidad que tienen nuestras empresas y también al compromiso del trabajador, que es a su vez socio con esta empresa, pues ese compromiso hace que uno apueste por el mantenimiento de su empresa porque, en definitiva, es el mantenimiento de su empleo, el mantenimiento de su calidad de vida.
¿Son estas las razones por las que Europa ha apostado decididamente por el fomento de la Economía Social en la Estrategia UE 2020 y en el nuevo periodo de Fondos Estructurales?
Europa ya ha elaborado en los últimos siete u ocho años cerca de doscientos documentos en favor de la Economía Social. Y esto es importante. Hay un acervo histórico muy rico: dictámenes, presencia en el Parlamento Europeo, resoluciones... En Europa la Economía Social, según datos que el comisario Barnier ofreció en la Conferencia de Estrasburgo del pasado mes de febrero, supone el 15 por ciento del PIB y el 17 por ciento del empleo. Yo creo que es una realidad incuestionable tanto en España como en Europa. Es verdad que tenemos que seguir trabajando para que haya más conciencia en este sentido, pero también es verdad que la forma de desarrollarse la Economía Social también está contribuyendo a impulsar iniciativas legislativas. España aprobó Ley sobre la Economía Social en 2011; como consecuencia de esa ley, que fue la primera del mundo, Portugal aprobó otra; hace unos días Francia ha aprobado, México está a punto de aprobar otra, y hay países que están elaborando leyes de Economía Social porque están siendo conscientes de la importancia que está adquiriendo este modelo de empresa y sobre todo, como decía antes, en los valores que defienden: primacía de la persona, valores democráticos, participativos, en busca de la igualdad, de la equidad, participación de la mujer, abierto a los jóvenes, que es un sector muy importante para dar salida al empleo de los jóvenes... pues esos son valores que la sociedad hoy quiere implantar. Y son los que representa la Economía Social.
En comparación con otros países europeos, ¿en qué posición está la Economía Social española?
Quizá sea un poco pretencioso por mi parte, pero podría decir que España está liderando el concepto y la fórmula de la Economía Social en Europa. Somos el único país que tiene una organización como Cepes que agrupa a toda la Economía Social. Ni tan siquiera en Portugal, Italia o Francia hay una organización que vertebra y representa al conjunto de las empresas de la Economía Social. Y este esfuerzo que nosotros estamos haciendo aquí en España de interlocución ha hecho que Europa esté muy pendiente, que nos inviten diferentes países a explicar cómo hemos conseguido aunar o reunir esas sensibilidades diferentes en torno al concepto de Economía Social. Y eso está haciendo que seamos el referente, no solo en Europa sino también en América Latina. Incluso en todo el Mediterráneo, donde Cepes lidera una organización llamada Esmed, que agrupa a diez países del Mediterráneo.
¿Qué debe contener el Plan de Acción Europeo para la Economía Social que Cepes está promoviendo?
Nosotros proponemos un Plan de Acción de la Economía Social porque entendemos que el resto de empresas, incluidas las empresas sociales, como define la Comisión Europea, son agentes de la Economía Social. Entonces proponemos que se haga un Plan de Acción a favor del conjunto porque si hacemos un plan global tendrá mayor visibilidad. Este plan conjunto hará incrementarse el interés de las instituciones europeas a favor de un concepto que hoy por hoy está bastante disgregado. Además, si apostamos por el conjunto, cada una de las partes del conjunto se van a ver favorecidas. Por tanto todas las familias se van a ver favorecidas no sólo las empresas sociales. Nuestro interés es que se empiece a debatir ahora, con nuevas propuestas antes de fin de año, con el Intergrupo de Economía, para que se empiece a debatir un Plan de Acción específico para el fomento y desarrollo de la Economía Social.
¿Qué representan dentro del gran mosaico de la Economía Social las empresas de la discapacidad y qué futuro tienen?
Hay que verlo desde dos perspectivas. En primer lugar la cuantitativa. Ahora mismo ONCE y la familia de la discapacidad representa como organización el peso más importante en empleo de todas las empresas de la Economía Social, por tanto es un dato bastante significativo en este sentido. En lo que sería facturación y solidez empresarial bien sabemos cómo son las empresas del grupo ONCE, que con Mondragón y las cooperativas agroalimentarias junto con las cooperativas de trabajo son realmente las cuatro patas más significativas. Y en cuanto a la parte cualitativa, ONCE aporta algo muy significativo: la sensibilidad. Aporta valores y el compromiso con las personas y los colectivos más vulnerables. Nos da la mirada hacia el valor de las personas con discapacidad, que tienen mucho que aportar a la sociedad.
Antonio Almoguera / Foto: Francisco Javier Lorente