Montse Ventosa, presidenta de la Fundación Truthmark
Conoce a la perfección el valor de la diversidad. No tiene duda alguna de que es un valor clave, no sólo en las empresas sino también en las sociedades y en las comunidades, por pequeñas o grandes que sean. Montse Ventosa fue directora general en GreatPlacetoWork durante cuatro años. Creó StickyCulture, para promover diferentes culturas y promover sinergias. En 2012 constituye la Fundación Truthmark, que actualmente preside. Además, colabora con escuelas de negocios, universidades y medios de comunicación. Recientemente participó en la jornada de Fundación ONCE ‘Comunica con éxito’, enmarcada en el Plan ADOP Empleo.
¿Qué aprendió en la jornada que compartió con deportistas paralímpicos, ‘Comunica con éxito’?
Aprendí muchísimo, ¡tal vez hasta más que ellos de mí! Sobre todo, experimentar algo en lo que creo firmemente: cuánto enriquece la diferencia y la diversidad. Desde describir imágenes en palabras y ser capaz de descubrir un nuevo significado, pasando por sentirme más cómoda con una audiencia tan diversa y disfrutar del enorme talento emprendedor que tienen los deportistas paralímpicos, su tenacidad, optimismo y resiliencia forman su madera de emprendedor, ya tienen lo que hace falta, sólo tienen que dar un pasito más.
A su juicio, ¿qué aporta la discapacidad a la sociedad?
Por motivos familiares paso temporadas en el Reino Unido, y algo que me fascina es su gran diversidad cultural. Una sociedad diversa es una sociedad rica. Es un tipo de riqueza menos tangible que la que se tiene en cuenta en los índices económicos de un país, pero forma parte de su entramado social y, sin duda, determina su riqueza. La diferencia que marcan las personas con discapacidad construye una sociedad inclusiva, más tolerante y abierta a la diferencia que innova, crea y crece, que se expande. De hecho, los países con una mayor puntuación en el índice de eurotolerancia (que mide actitudes frente a minorías, valores y autoexpresión) son también los que ocupan los primeros puestos en el listado de competitividad y, aunque nadie ha demostrado aún la relación, sin duda existe, esos países son Suecia, Dinamarca, Países Bajos, Finlandia, Alemania y Reino Unido.
El Plan ADOP trata de concienciar a empresarios para que contraten trabajadores con discapacidad. Usted que conoce sus aptitudes y también sus actitudes, ¿de qué modo trataría de convencerles de que un trabajador con discapacidad es una opción tan válida como cualquier otra?
Creo que no tengo espacio aquí para responder a esa pregunta, pero lo intentaré. Vivimos en la era de servicios, donde lo que marca la diferencia entre un trabajador excelente y uno mediocre no son sus aptitudes sino sus actitudes. Entre las actitudes más buscadas por las empresas del siglo XXI destacan la tolerancia a la frustración, la resiliencia, la tenacidad, la capacidad de tolerar la ambigüedad, el liderazgo moderno basado en la influencia y la ‘seducción’ más que el ‘ordeno y mando’, la capacidad de inspirar, etc. Las personas con discapacidad con estas actitudes destacan, por encima incluso de muchas otras sin discapacidad. No les diría “es una opción tan válida” sino que, en muchos casos, es “la opción más válida”. Les diría: “La mejor opción puede ser el talento con discapacidad, ¿la vas a dejar escapar?”
¿Cómo andamos los ciudadanos en general y los empresarios en particular de inclusión de diversidad?
Lamentablemente, en el índice de eurotolerancia que comentaba arriba España ocupa el puesto 11. Sin duda, aún queda mucho por hacer, aunque también se ha recorrido camino. España es un país más homogéneo de lo que gusta reconocer; sin embargo, en los últimos años, parece que la concienciación por parte de la sociedad aumenta ligeramente. Aún tengo que corregir a mucha gente que utiliza términos incorrectos para referirse a las personas con discapacidad, aunque es una cuestión de desconocimiento. Lo mismo sucede con los empresarios. Lo desconocido produce cierto nivel de ‘miedo’, pero la educación es el mejor antídoto.
¿Hemos aprendido a reconocer riqueza en la diversidad o seguimos perpetrando el prejuicio de que es costosa e innecesaria?
Estamos en el proceso de reconocer el valor que la diversidad aporta a personas, comunidades, organizaciones, empresas y países. No estoy segura de si pienso o quiero pensar que son pocos los que perpetran el perjuicio y muchos los que empiezan a descubrir la riqueza de la diversidad.
¿Las motivaciones de un trabajador con discapacidad son distintas a las de otro sin ella?
En absoluto, las diferencias en el lugar de trabajo pueden estar más en la esfera de las necesidades, más físicas y de adaptación, pero en cuanto a la motivación, sabemos que la principal es la intrínseca, la motivación por el logro y el reconocimiento y esas son universales.
¿Cómo definiría usted el talento?
Hasta ahora, el talento se ha medido por competencias estándar; sin embargo, cada vez más se tiende a un modelo de lo que yo llamo talento*, que complementa al talento aptitudinal y de conocimiento. El asterisco se refiere a actitudes, motivaciones y experiencias sutiles, y comprende todo aquello que no se aprende de la educación formal, sino de la vida y del trabajo, la experiencia y crecimiento personal que diferencian a una persona de otra.
El trabajo ¿qué porcentaje aporta a la felicidad personal?
Está de más decir que el trabajo es uno de los motores principales de socialización, con lo cual, crear una sociedad inclusiva pasa por crear lugares de trabajo inclusivos, en el sentido más amplio de la palabra, más allá de que sean accesibles físicamente. El trabajo aporta una gran parte de la felicidad personal, sobre todo por el tiempo que se pasa en el trabajo, y el papel que juega el trabajo en esta sociedad del conocimiento en la que vivimos. Me resulta difícil decir un porcentaje concreto, pero sí me atrevo a decir que una persona infeliz en su trabajo será infeliz en su vida, y una persona feliz en su trabajo tendrá muchas más posibilidades de ser feliz en su vida.
Entrevista: Esther Peñas