La empresa de inserción Taller 99 de Cáritas Madrid forma e introduce en el mercado laboral a personas en exclusión social desde hace casi dos décadas. En ese tiempo han pasado por ella 250 personas para fabricar productos textiles y de marroquinería de alta calidad a precios asequibles. Este año triunfa con una línea de vestidos de comunión que impulsó hace un lustro.
Así lo explicó a Servimedia Fransi Díaz, responsable de Taller 99 y de las dos tiendas que la empresa de inserción tiene en Madrid, una en la calle Orense (que cuenta ‘in situ’ con los modelos disponibles) y otra en la localidad de Las Rozas.
La responsable, con “fuerte” experiencia en el mundo textil y de la alta costura nupcial, decidió apostar por los vestidos de comunión. Además, subrayó, “teníamos gente muy buena y muy preparada”.
Los pedidos se entregan en el plazo máximo de un mes, tras hacer una prueba en la tienda a la niña y optar por alguno de los nueve modelos disponibles y elegir el tipo de manga, cinturón y tela que se desea.
El año pasado, según Díaz, recibieron 20 pedidos, cifra que esta campaña se ha multiplicado gracias a los buenos acabados y calidad de los trajes y al boca a boca. Además de los encargos individuales, las nueve personas que actualmente se forman y trabajan en Taller 99 tienen que entregar los vestidos que les han pedido a través de dos colegios madrileños. Uno de ellos consiste en 20 túnicas, y el otro en varias unidades de uno de los modelos más sencillo.
“Los colegios se están planteando poner un único vestido para que todas las niñas vayan iguales, no haya diferencias, y además para que las familias no se gasten unas cantidades brutales”, explicó Fransi.
A pesar de la calidad y de la elaboración “prácticamente a medida”, estas prendas están a la venta desde 150 euros, un precio ‘low cost’ para este tipo de vestidos. “Son muy asequibles”, recalca Fransi Díaz.
'TRAMPOLÍN' Y CLIENTES
La empresa, que por norma mantiene en plantilla a sus trabajadores un máximo de dos años, sirve de trampolín sociolaboral para las personas en riesgo de exclusión social que les remiten los Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid.
“La ley de empresas de inserción nos indica que un porcentaje mínimo de la plantilla puede ser fijo, con personas que sirvan de estructura para poder sacar adelante los pedidos y la producción, y el resto de la plantilla tiene que ser gente que esté durante un tiempo formándose, en nuestro caso un máximo de dos años, y deje después espacio para otra persona”, explicó.
En ese tiempo, además de las “habilidades profesionales”, y todo lo referente tanto a la confección y como a la marroquinería (tienen una cuidada y elegante línea de bolsos), se fomentan “habilidades sociales”. Así, fomentan, por ejemplo, que los trabajadores se saquen el graduado escolar.
“Nuestro objetivo final es que estas personas salgan con un mayor grado de empleabilidad para trabajar en talleres de confección, marroquinería o cualquier otro trabajo. Es decir, que puedan mantener el trabajo que consigan, o el autoempleo. Pueden presentar un proyecto y desde Cáritas se les puede ofrecer un microcrédito para montarlo”, explicó.
En la actualidad, el perfil de las trabajadoras corresponde al de mujeres jóvenes, de unos 30 años, con “escaso” nivel de estudios y procedencia diversa. Hay tanto españolas como extranjeras y en ocasiones también acceden a un puesto personas de más edad.
“A lo largo del año trabajamos para distintas empresas, que nos encargan regalos corporativos y podemos tener un volumen de producción muy alto. Trabajamos también para pequeños diseñadores que nos traen modelos para que los montemos. Por ejemplo, también tenemos grandes firmas nacionales que nos encargan canastillas de empresa para cuando los empleados tienen un bebé. No se trata de un tallercito con una producción pequeña, cuando pensamos en una ONG”, insistió a Servimedia Fransi Díaz.
Prueba de ello es una empresa que lleva varios años encargándoles un regalo corporativo por Navidad del que Taller 99 entrega 4.800 unidades.