Juan Manuel Rodríguez Póo, presidente del INE
Esther Peñas
El 3 de enero de 1946, el BOE hacía oficial la creación del Instituto Nacional de Estadística con el propósito de elaborar y perfeccionar las estadísticas demográficas, económicas y sociales, así como de coordinar los servicios estadísticos de las áreas provinciales y municipales. Dieciocho años después, contó con su primer ordenador (un IBM de primera generación. Para su uso se formó a diez facultativos y veinte técnicos). Dependiente de la Administración General del Estado, el INE ha ido dando cuenta de las necesidades, querencia, problemas de los españoles a lo largo de los años, contribuyendo con esta información a mejorar paulatinamente nuestra calidad de vida. 75 años después, su presidente, Juan Manuel Rodríguez Póo, nos cuenta algunas cosas más de este organismo conformado de cifras… y personas.
¿Qué nos dicen las cifras de la realidad?
El INE es el principal productor de estadísticas para fines estatales. Elabora al año 140 operaciones estadísticas, muchas de las cuales son de carácter coyuntural, lo que supone unas 300 publicaciones anuales. Estos datos se refieren a todo tipo de ámbitos: económico, social, demográfico, laboral, medioambiental, turístico, precios, etc. lo que ofrece una imagen de la realidad y la sociedad en un momento determinado, así como su evolución en el tiempo.
Esta información se difunde de diversos métodos para atender las necesidades de los distintos perfiles de usuarios: notas de prensa, tablas, gráficos, infografías, publicaciones temáticas, revistas especializadas, microdatos, metadatos e incluso ofrecemos el servicio de peticiones a medidas para investigadores y usuarios más especializados.
La misión del INE es proporcionar a la sociedad estos datos de la realidad que nos rodea para que sean los distintos agentes los que se encarguen de su análisis, ya que esta función se extralimita de las competencias asignadas al INE.
¿De qué modo las estadísticas pueden mejorar la vida de las personas?
Las estadísticas oficiales ofrecen datos de calidad que permiten guiar la toma de decisiones tanto de los organismos públicos como de las empresas privadas y los ciudadanos, lo cual redunda en beneficio de todos y en la mejora de la vida de las personas.
Además, una información estadística independiente y de calidad es esencial para el fortalecimiento de todo sistema democrático.
El INE pretende atender las numerosas demandas de la sociedad y por ello se esfuerza en mejorar continuamente sus estadísticas al mismo tiempo que implanta nuevas operaciones que respondan a las necesidades emergentes.
Una de las últimas apuestas del INE son las estadísticas experimentales. Se trata de proyectos en desarrollo que cuentan con aspectos innovadores, ya sea en las fuentes de información, los métodos estadísticos, el ámbito de estudio o la forma de difundir los resultados. Entre las estadísticas experimentales difundidas por el INE se encuentran la ‘Estimación del número de defunciones semanales durante el brote de covid-19’, el ‘Atlas de distribución de renta de los hogares’, los ‘Estudios de movilidad a partir de la telefonía móvil’, la ‘Medición del comercio diario al por menor de grandes empresas’ o la ‘Distribución del gasto realizado por los turistas extranjeros’.
También estamos trabajando en otros proyectos como el Censo agrario, el Censo de Población, la Encuesta de gasto de hogares en educación, la Encuesta de discapacidad, autonomía personal y situaciones de dependencia y Estadística de la vida laboral de las personas con discapacidad.
Personalmente, considero que nuestras estadísticas constituyen un importante activo para la toma de decisiones y la formulación de políticas públicas en beneficio de toda la sociedad.
¿Cómo conjugar la distancia entre los datos y lo que hay detrás de ellos, las personas?
El INE pretende estar cerca de los ciudadanos y este empeño ha quedado especialmente patente durante la reciente crisis provocada por el Covid-19. En los últimos meses hemos tratado de acercarnos más aún a los ciudadanos, mediante la elaboración de nuevos productos específicos –como dos subgrupos especiales de precios y servicios Covid en el Índice de Precios de Consumo (IPC)– y, además, hemos incorporado a todas nuestras notas de prensa anexos con el impacto de la pandemia sobre la información publicada, favoreciendo así que la sociedad pueda elaborar análisis más acertados sobre una situación inédita hasta ahora. También se han incorporado cambios a las notas de prensa de las estadísticas de empresas y de turismo y se ha hecho un ejercicio extra de divulgación de resultados en las estadísticas laborales, como la Encuesta de Población Activa (EPA).
Adicionalmente, hemos hecho un especial esfuerzo en adelantar la publicación de las estadísticas de causas de muerte. De hecho, el INE de España ha sido la primera oficina de estadística de la UE en publicar los resultados y Eurostat nos ha felicitado por ello. Asimismo, difundimos desde primeros de junio, y con datos desde principio de 2020, una estimación de defunciones semanales para que nuestros usuarios puedan hacer un mejor seguimiento del efecto de la pandemia sobre la mortalidad.
Por último, quisiera comentar que como servicio público que somos, el INE ha creado un apartado específico dedicado íntegramente a la crisis Covid-19, donde se presentan datos sociodemográficos, económicos, de salud y de movilidad.
En resumen, nuestra intención ha sido responder a las demandas más urgentes de la población y acercarnos más a los ciudadanos.
¿Por qué, en general, hay una renuencia a incluir la variable de la discapacidad en las investigaciones estadísticas?
El INE cuenta con cuatro operaciones estadísticas en el Plan Estadístico Nacional relativas a personas con discapacidad. Dos de ellas son de producción regular: el empleo y el salario de las personas con discapacidad -se pueden consultar datos desde 2009 y 2010, respectivamente. Otra es de periodicidad irregular: la Encuesta de Discapacidad, Autonomía Personal y Situaciones de Dependencia que se va a desarrollar durante 2021. Hay una cuarta operación estadística que publicamos este mes de diciembre: la Estadística de la vida laboral de las personas con discapacidad, cuyo objetivo es obtener información sobre la vida laboral de las personas con discapacidad y hacerlo en términos comparativos con las personas sin discapacidad.
En el mismo sentido, el Plan Estadístico Nacional 2021-2024, recientemente aprobado, incluye una línea estratégica sobre la incorporación de la perspectiva de discapacidad en las estadísticas estatales, bien mediante módulos específicos en determinados cuestionarios o a partir de información administrativa, siempre que sea viable.
Esa gran encuesta de la discapacidad, que lleva retraso por el covid, ¿qué novedades incluirá?
La Encuesta de Discapacidad, Autonomía Personal y Situaciones de Dependencia ya está en marcha. De hecho, ya se ha recogido información de la primera fase mediante cuestionarios web, por medios telefónicos y correo postal.
El objetivo de esta operación estadística es investigar el número de personas de 6 y más años con discapacidad, el tipo de discapacidad o discapacidades que tienen, las ayudas tanto técnicas como personales de las que disponen o que necesitarían, la accesibilidad, las prestaciones sociales y económicas de las que disponen, y su situación en relación con la educación y el empleo, así como su entorno social y actividades en su tiempo libre. En el caso de niños de 0-5 años, se pretende investigar sus limitaciones así como el origen de su deficiencia. También se proporcionará información sobre la situación cuidador, su salud, tiempo dedicado a los cuidados y repercusiones en su vida personal, tanto laboral como de ocio.
Para esta nueva edición se ha realizado una revisión exhaustiva de la última Encuesta de 2008 mediante la creación de un grupo de trabajo de diferentes entidades y organismos expertos en discapacidad, entre los que se encuentra la Fundación ONCE. Como en 2008, se va a recoger información no solo del estado de salud y tipo de discapacidad, sino también datos referentes a su situación socio-económica, a las barreras del entorno social, educativo y laboral, así como posibles situaciones de discriminación. Además, se han introducido cambios metodológicos con el objetivo de optimizar la calidad de los resultados.
¿Es el INE, el «Gran hermano» orwelliano?
El INE no vigila a los ciudadanos, recoge aquellos datos necesarios para la elaboración de las estadísticas asignadas al INE en el Real Decreto del Plan Estadístico Nacional. Y lo hace, como ya he comentado, para ofrecer esa información al conjunto de la sociedad para que pueda tomar las mejores decisiones posibles. Esta recogida, además, se ajusta al principio de proporcionalidad, por el cual existe una correspondencia entre la cuantía de la información que se solicita y los resultados que de su tratamiento se pretende obtener.
La actividad del INE se enmarca en la Ley de la Función Estadística Pública y el Reglamento 223/2009 del Parlamento Europeo y del Consejo relativo a la estadística europea.
El artículo 11 de la citada ley establece que los servicios estadísticos deberán proporcionar a los interesados información suficiente sobre la naturaleza, características y finalidad de la estadística, advirtiéndoseles, además, de si es o no obligatoria la colaboración y de la protección que les dispensa el secreto estadístico.
Además, son de aportación estrictamente voluntaria y, en consecuencia, sólo pueden recogerse previo consentimiento expreso de los interesados los datos susceptibles de revelar el origen étnico, las opiniones políticas, las convicciones religiosas o ideológicas y, en general, cuantas circunstancias puedan afectar a la intimidad personal o familiar.
Si se refiere a las estadísticas experimentales que estamos empezando a elaborar mediante el análisis de la posición de los teléfonos móviles de España, el objetivo es el estudio de la movilidad de la población española o de los turistas extranjeros. Y todas estas operaciones están basadas en datos agregados y totalmente anonimizados. La información se presenta en áreas de miles personas por lo que es imposible identificar a ninguna persona.
Por lo tanto, no hay rastreo individual de personas, sino información agregada de los movimientos poblacionales que, por otra parte, ya se llevaba a cabo en los censos de población. Pero ahora la tecnología nos permite hacerlo de una forma más precisa, más detallada y a mucho menor coste.
¿Qué ámbitos son los más detallados en cuanto a información recabada por el INE y cuáles aquellos en los que habría que ahondar en su análisis?
Dependiendo de la temática y de las necesidades de los usuarios tenemos operaciones estadísticas con elevado nivel de detalle como puede ser la Encuesta de Población Activa, el Índice de Precios de Consumo o la Contabilidad Nacional.
Un ámbito en el que estamos inmersos pero que requiere de mayor cantidad de datos es el de los Indicadores de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. En 2018 el INE puso en marcha una operación estadística para dar respuesta a este proyecto internacional y lanzó una plataforma electrónica nacional para difundir los indicadores procedentes de estadísticas elaboradas tanto por el INE como por los departamentos ministeriales. Actualmente se pueden consultar más de 130 indicadores y 300 series. Sin embargo, todavía queda trabajo por hacer en relación con la inclusión de nuevos indicadores y facilitar mayor nivel de detalle.
En estos 75 años, ¿de qué manera se han ido perfilado la obtención de datos?
En los primeros años del INE no había ordenadores. Las primeras operaciones que se pusieron en marcha fueron las Tablas de mortalidad, Índices mensuales de la producción, Clasificación Nacional de Actividades Económicas, Estadística de Salarios Efectivos y Encuesta de Cuentas Familiares (precursora de la Encuesta de Presupuestos Familiares que se inició en 1964).
Seguidamente, se iniciaron varias encuestas como la Encuesta de Población Activa en 1964, cuya información se recogía mediante entrevistas personales. Mientras, otras estadísticas como las Tablas de mortalidad se basaban en datos administrativos.
El uso de encuestas y registros ha sido la base para la obtención de información estadística durante décadas. En la actualidad, debido a la proliferación de nuevas fuentes de datos, se está utilizando Big Data para la elaboración de algunas estadísticas como por ejemplo la posición de los terminales móviles para estimar la movilidad de la población, o el gasto realizado mediante tarjetas de crédito para conocer el consumo.
También se han ampliado las maneras de recoger la información, aparte de las entrevistas personales y el uso de registros administrativos, las encuestas del INE se pueden responder por teléfono y por internet. De hecho, la mayoría de empresas que responden nuestros cuestionarios lo hacen a través de medios telemáticos.
¿Cómo se decide qué encuestas, qué estudios se realizan desde el INE?
La Ley de la Función Estadística Pública contempla la formulación de un Plan Estadístico Nacional que recoge las estadísticas que deben realizarse durante el cuatrienio por el INE, los servicios estadísticos de los departamentos ministeriales, el Banco de España y el Consejo General del Poder Judicial. Dicho Plan se desarrolla mediante programas anuales. Acaba de aprobarse el Real Decreto del Plan Estadística Nacional 2021-2024.
En la formulación de los planes y programas desempeña una importante labor el Consejo Superior de Estadística, que es un órgano consultivo de los servicios estadísticos estatales y de participación social de los informantes, productores y usuarios de las estadísticas. El Consejo realiza propuestas al Plan y a los programas y dictamina sus contenidos.
Además, cada tres años se realizan encuestas de satisfacción a usuarios que permiten identificar nuevas demandas de la sociedad de cara a su posible incorporación al siguiente programa anual.
Una pregunta personal: ¿cuál es la mayor satisfacción de dirigir el INE?
Para mí la mayor satisfacción de dirigir el INE es contribuir a prestar un servicio público como es la producción de estadísticas de alta calidad. Como he comentado anteriormente, la crisis del Covid-19 supuso un aumento importante de las demandas de la sociedad e implicó un cambio notable en la manera de trabajar de un día para otro. Todo ello supuso un gran reto que ninguno esperábamos y que creo que hemos afrontado con bastante celeridad y eficacia. Me siento satisfecho por haber contribuido a cubrir las demandas de la sociedad ante esta crisis, lo cual se ha conseguido gracias al esfuerzo y profesionalidad de los trabajadores del INE, que se han adaptado rápidamente a la situación y han demostrado sus conocimientos para mantener la producción recurriendo a un mayor uso de registros administrativos y nuevas fuentes de datos.