Uno de cada tres niños con discapacidad en el mundo ha sufrido violencia en su vida

Niñas (con y sin discapacidad)

Según un estudio realizado por investigadores de China, Estados Unidos y Reino Unido

Redacción

Un tercio de los niños y adolescentes con discapacidad en el mundo ha sufrido algún episodio de violencia en su vida, y este sector de la población tiene el doble de probabilidades de sufrir algún acto violento físico, emocional, sexual o por negligencia en comparación con los menores sin discapacidad.

Ésta es una de las conclusiones principales de un estudio realizado por investigadores de las universidades Normal de Pekín (China), de Columbia en Nueva York (Estados Unidos) y de Leeds y de Oxford (Reino Unido), y publicado este viernes en la revista ‘The Lancet Child & Adolescent Health’.

Alrededor de 291 millones de niños y adolescentes tienen epilepsia, discapacidad intelectual, discapacidad visual o pérdida auditiva, lo que representa alrededor de un 11% de la población mundial de personas de 0 a 18 años. Muchos más tienen otras discapacidades físicas y mentales.

La gran mayoría de los niños con discapacidad (más del 94%) vive en países de ingresos bajos y medianos, donde convergen múltiples riesgos. El estigma, la discriminación, la falta de información sobre la discapacidad y el acceso inadecuado al apoyo social para los cuidadores contribuyen a niveles más altos de violencia hacia los niños con discapacidad. Esto puede verse agravado aún más por la pobreza y el aislamiento social.

En 2012, una revisión sistemática publicada en ‘The Lancet’ indicó que más de una cuarta parte de los niños con discapacidad en los países de altos ingresos sufrieron violencia y que sus probabilidades de sufrir violencia eran más de tres veces mayores que las de sus pares sin discapacidad.

El nuevo análisis incluye una mayor cantidad de estudios de un área geográfica más amplia, más tipos de violencia (por ejemplo, intimidación entre compañeros y violencia de pareja) y una gama más amplia de discapacidades (limitaciones físicas, trastornos mentales, discapacidades cognitivas o de aprendizaje, deficiencias sensoriales y enfermedades crónicas), así como el uso de métodos actualizados para proporcionar estimaciones mundiales actuales de la violencia contra los niños con discapacidad hasta septiembre de 2020.

16,8 MILLONES DE NIÑOS

Los investigadores realizaron una revisión sistemática y un metaanálisis de todos los estudios observacionales que midieron la violencia contra los niños con discapacidades publicados en 18 bases de datos en inglés y tres bases de datos regionales en chino entre 1990 y 2020. Analizaron los datos de 98 estudios en los que participaron más de 16,8 millones de niños (de 0 a 18 años), incluidas 75 investigaciones en países de ingresos altos y 23 en siete países de ingresos bajos y medianos.

El análisis de datos indica que las tasas generales de violencia variaban según la discapacidad y eran ligeramente más altas entre los niños con trastornos mentales (34%) y discapacidades cognitivas o de aprendizaje (33%) que entre los niños con discapacidades sensoriales (27%), limitaciones físicas o de movilidad (26%) y enfermedades crónicas (21%).

Los tipos de violencia más comúnmente reportados fueron emocional y física, experimentados por uno de cada tres niños y adolescentes con discapacidad. Además, uno de cada cinco niños con discapacidad experimenta violencia por negligencia y uno de cada 10 ha sufrido violencia sexual.

El estudio también llama la atención sobre los altos niveles de acoso entre compañeros, algo que afecta a casi un 40% de los niños con discapacidad. El acoso en persona (actos físicos, verbales o relacionales, como golpes y patadas, insultos y amenazas o exclusión social) es más frecuente (37%) que el ciberacoso (23%).

En general, los niños con discapacidad que viven en países de bajos ingresos experimentan tasas más altas de violencia que los de países de altos ingresos, posiblemente por el acceso limitado a los servicios de prevención y apoyo, niveles más bajos de protección legal y actitudes y normas que estigmatizan a las personas con discapacidad y conducen a una mayor tolerancia social hacia la violencia.

Los menores con enfermedades mentales y discapacidades cognitivas o de aprendizaje (por ejemplo, trastorno por déficit de atención con hiperactividad y autismo) son especialmente propensos a experimentar violencia.

PREVENCIÓN

Los autores señalan que, si bien el estudio ofrece la imagen más completa de la violencia que sufren los niños con discapacidad en todo el mundo, hay escasez de datos de países de ingresos bajos y medianos, especialmente en el sudeste y centro de Asia y Europa del este.

Sin embargo, indican que los hallazgos del trabajo resaltan la necesidad urgente de esfuerzos de colaboración por parte de gobiernos, trabajadores de la salud y la atención social e investigadores para crear conciencia sobre todas las formas de violencia contra los niños con discapacidades y fortalecer los esfuerzos de prevención.

“Nuestros hallazgos revelan índices inaceptables y alarmantes de violencia contra los niños con discapacidad que no se pueden ignorar”, apunta Jane Barlow, de la Universidad de Oxford, que añade: “Todos los niños tienen derecho a estar protegidos contra la violencia, que tiene consecuencias sociales, sanitarias y económicas duraderas, incluidas tasas más altas de abandono escolar, peores perspectivas laborales y un mayor riesgo de enfermedades mentales y enfermedades crónicas en el futuro”.

“Debemos invertir urgentemente en servicios y apoyo que aborden los factores que colocan a los niños con discapacidades en mayor riesgo de violencia y abuso, incluido el estrés del cuidador, el aislamiento social y la pobreza”, apunta Barlow.

Zuyi Fang, de la Universidad Normal de Beijing en China, señala que “la violencia contra los niños con discapacidad se puede prevenir” y que “estos niños deben tener las oportunidades de vida adecuadas ahora”. “Los países de ingresos bajos y medianos, en particular, afrontan desafíos adicionales, impulsados ​​​​por factores sociales y económicos complejos, y deben establecer marcos legales para prevenir la violencia, además de aumentar la capacidad de los sistemas de servicios sociales y de salud para abordar las complejas necesidades de los niños con discapacidades y sus familias”, concluye.